Bagdad. - Ayer, los iraquíes deberían haber estado celebrando su festival anual de la primavera, Nauroz, pero la mayoría prefirió pasar el día en oscuros búnkers antes que hacer picnics en las floridas orillas del Tigris y el Eufrates.
El festival de Nauroz, que se celebra el 21 de marzo, llegó en un momento en que la guerra liderada por Estados Unidos para derrocar al régimen de Saddam Hussein entró en su segundo día y horas antes del más terrible bombardeo que hasta ahora sufrió Bagdad.
"No estamos de humor para alegrías y celebraciones cuando vemos la muerte con nuestros propios ojos cada minuto", explica Um Ahmad, un ama de casa de 45 años. "Nos quedaremos en los búnkers junto a las pilas de comida en conserva y los bidones con combustible".
En mejores tiempos, los iraquíes celebraban el equinoccio con picnics, mientras recibían la primavera (boreal) con festivos rituales.
Ahora, Mazen Hmud cuenta que ha enviado a su familia fuera de Bagdad por miedo a los bombardeos. "Hemos olvidado hasta cómo se sonríe", afirma.
Sin embargo, otros tratan de continuar con sus vidas sin pensar en las consecuencias. Así, Yussef, de 50 años, asegura que cuando estaba a punto de expirar el ultimátum de 48 horas que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, le había dado a Saddam Hussein, él se fue a dormir a su hora habitual.
"Mi hijo Hossam, de 20 años, todavía estaba despierto jugando al juego de computadora Star Wars", recuerda. Entonces, "en la madrugada, Hossam me despertó, me dijo que la guerra acababa de empezar y se fue a dormir, cansado de los juegos de computadora".
Bautizada "Guerra"
En Irak, la habilidad de adaptarse a las condiciones de la guerra pasa de una generación a otra. Guerra, una mujer de 22 años cuyos padres le pusieron ese nombre porque nació a comienzos de la guerra Irán-Irak (1980-88), dio a luz a un niño hace poco, y también le puso el nombre Guerra.
Empezó a tener contracciones durante el bombardeo norteamericano y no logró llegar a tiempo al hospital, por lo que dio a luz en el coche que la llevaba al centro médico, relata un vecino de Guerra.
Unos 395 iraquíes que fueron hechos prisioneros por los iraníes durante la década de los ochenta fueron liberados hace poco, casi dos décadas después de la guerra que enfrentó a los países vecinos.
"Estos pobres hombres han pasado de la Primera Guerra del Golfo a la Tercera Guerra del Golfo", señala un observador.
La "segunda" Guerra del Golfo, que en Irak fue llamada "la madre de todas las batallas" por Saddam, estalló en febrero de 1991, cuando las fuerzas aliadas lideradas por EEUU expulsaron a las tropas iraquíes de Kuwait, seis meses después de la invasión de este pequeño país.
Hasta el momento, la ofensiva británico-estadounidense parece más un juego del gato y el ratón con una guerra de palabras y propaganda a gran escala por parte de los dos bandos.
El objetivo es destruir la moral, pero en el segundo día de ataques, la cúpula iraquí seguía mostrándose desafiante. Una actitud que se basa en el apoyo del sentimiento islámico y panárabe de todo Irak. El régimen de Bagdad también ha pedido el soporte religioso de cristianos y musulmanes, y ha hecho públicos mensajes de apoyo y paz de clérigos shiítas y cristianos.
Horas después de los primeros bombardeos, la cadena oficial de televisión retransmitió imágenes de un Corán semiquemado rodeado de los restos de lo que parecía ser una casa bombardeada.
"Casualmente, como si fuera un presagio, el libro del Corán estaba abierto en la página donde figura el verso en el que Dios insta a sus seguidores a luchar contra el infiel y ganar la guerra", destacó el confiado presentador.
La estación de televisión Al Shabab, dirigida por Uday, el hijo mayor de Saddam, ha estado emitiendo grandes cantidades de himnos nacionalistas y canciones en las que se describe al mandatario iraquí montado sobre un caballo o con un rifle o espada en su mano derecha.
Casi todas las familias iraquíes poseen ametralladoras ligeras, fusiles automáticos o pistolas. Sohayab, que nació durante la "segunda" Guerra del Golfo (1991), insistía en que su padre se hiciera con una pistola para proteger a su familia. Pero el letal instrumento supera el modesto presupuesto de Abu Jaled, ya que su precio se ha duplicado en los últimos días.
"Queremos este arma no sólo para defendernos de la invasión, sino también para proteger nuestra propiedad del saqueo posbélico", explicó Jaled. (DPA)