| | Panorama internacional Las sorpresas de Saddam
| Jorge Levit / La Capital
La mayor incógnita de la invasión a Irak es la respuesta militar del régimen de Saddam. Estados Unidos ya ha revelado cómo piensa atacar Irak, el dinero que costará hacerlo, cuánto tiempo demorará y hasta se han arriesgado nombres de posibles gobernantes provisorios. Además, todo el mundo sabe que la única superpotencia militar del planeta tiene los medios para arrasar cualquier sistema defensivo iraquí. No habrá demasiadas sorpresas, más allá del empleo de algún armamento de última generación que será probado en el ataque. Pero lo verdaderamente impredecible de este conflicto, que tiene un vencedor antes de comenzar, es si Saddam utilizará arsenales químicos o bacteriológicos para intentar detener el avance de las tropas norteamericanas e infligirle el mayor daño posible. Saddam se juega su última carta y sabe que esta vez Estados Unidos no le permitirá seguir en el poder. Su apuesta es a vida o muerte y por eso utilizará todo lo que tiene a su alcance para sobrevivir. Durante la guerra del Golfo Saddam no empleó armas químicas pese a que demostró tenerlas cuando aniquiló a miles de kurdos que luchaban por obtener autonomía en el norte de Irak. Incluso, cuando disparó decenas de misiles Scud contra Israel sólo los cargó con explosivo convencional. Fue sin dudas una estrategia política meditada porque Saddam sabía entonces que si pasaba cierto límite no sólo iba a ser expulsado de Kuwait sino destruido por completo. Y tuvo éxito porque pudo permanecer 12 años más en el poder. Mucho antes de la guerra del Golfo, el 17 de junio de 1981, un ataque aéreo israelí destruyó en Irak el reactor nuclear de Osirak con el que Saddam planeaba transformarse en el primer país árabe de la región con capacidad para desarrollar armas nucleares. ¿Qué sucedería hoy si Saddam las tuviese a su alcance? En la Primera Guerra Mundial los ejércitos que intervinieron en la lucha emplearon armas químicas. Su poder de aniquilación, pese a la poca tecnología de principios del siglo XX, fue inmenso. Durante la Segunda Guerra Mundial ni siquiera Hitler se animó a utilizarlas. Ingleses y alemanes bombardeaban todas las noches ciudades enteras, pero siempre con bombas convencionales. La decisión de no usarlas no obedeció a razones humanitarias -inexistentes en esa guerra- sino al temor de una respuesta semejante del enemigo. Hoy Saddam tiene las manos libres y poco para perder porque la lucha está definida de antemano. Sólo tiene pocos días más como dictador. Y ese es el verdadero peligro. Con nada para cuidar o preservar echará mano a todo lo que tenga a su alcance, oculto por años o en otros países. La desacertada decisión norteamericana de invadir Irak tiene un alto nivel de incertidumbre, no por el resultado final de la contienda, sino por su desarrollo. Además de las sorpresas que pueda ofrecer Saddam, todo el fundamentalismo islámico en el mundo está preparado también para intervenir en este escenario inédito en materia militar y también de las relaciones internacionales. Estados Unidos e Inglaterra -junto al inexplicable, patético e innecesario apoyo español- están por convertir a todo el mundo en un campo de combate. Como la economía, el terrorismo se ha globalizado durante los últimos años y salvo grupos que sólo operan regionalmente -como la ETA en España- para el resto no hay fronteras, límites convencionales ni invocaciones humanistas. Después del atentado a las torres gemelas todo es posible porque la realidad superó a la ficción. En la invasión a Irak se verá la verdadera peligrosidad del régimen de Saddam. Si vuelve a repetir la inofensiva performance de la guerra del Golfo -la madre de todas las batallas, como él mismo la llamó- quedará demostrado que no estaba en condiciones de poner en peligro la paz mundial con armas prohibidas. Si sorprende con una poderosa resistencia y con armas no convencionales, Estados Unidos podrá alegar que su acción fue acertada. En esta prueba de acierto o error quedan expuestas miles de personas a merced de bombas, químicos, bacterias o atentados suicidas en todo el planeta. Una historia que ya comienza pero es imposible adelantar su final. [email protected]
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