Alejandro Cachari / La Capital
Bien podría considerarse un duelo mediático. Ambos lo son. Y les gusta serlo. En ese rubro el Bambino saca una pequeña ventaja que Russo descuenta inmediatamente con su enorme capacidad para responder amablemente sin ofrecer un solo detalle de lo que realmente se le preguntó. Siempre y cuando le convenga, claro. Son dos pícaros del fútbol. Rápidos, brillantes, celosos de los detalles por mínimos que parezcan. Es muy interesante la pulseada de esta semana. El asunto será comprobar al final de la semana cuál de los dos se impone en la lucha dialéctica. Quién pierde la compostura, si es que alguno de los dos la pierde, o la perdió, antes del pitazo inicial de Baldassi. Lo que viene después, el partido, ya no les pertenece. O más bien los coloca en un segundo plano. Miguel Angel Russo y Héctor Rodolfo Veira mano a mano. Cara a cara. Con una muy buena relación forjada por los años de convivencia en el fútbol. Hasta aquí el Bambino resolvió con eficacia el affaire del arco. Parecía que la semana tendría una altísima temperatura en ese rubro, pero, con la decisión casi tomada de bancar a Luciano Palos, Veira mantuvo el equilibrio interno y externo con muchísima experiencia. Y hasta se animó a sacarle un cuerpo de ventaja a Russo el lunes, cuando el entrenador de Central no quiso compartir la mesa en un programa de televisión. Para Russo todo era más sencillo después del empate ante Racing. Sólo quedaba por definir cómo emparcharía el sector izquierdo de la defensa para que funcionara mejor que ante la Academia de Avellaneda. Con eso era suficiente para quedarse con un partido imaginario jugado por dos directores técnicos acostumbrados a los micrófonos y grandes cultores de la figura personal. A pesar de que el que pelea en la zona caliente es Central, todo parecía mucho más complicado para Veira en la semana previa al clásico en la que el Bambino será debutante. Es que la salida de un peso pesado como Passet terminó de descompensar la imagen del entrenador que empezó a deteriorarse cuando decidió no mantener a Marino después de su primer partido como titular en el torneo y sólo sostuvo 45 minutos a Liendo al encuentro siguiente. Como si esos movimientos, compulsivos, no fueran suficientes, el DT rojinegro terminó de embarrarla cuando le sugirió a Gastón que jugara en la reserva porque lo veía falto de fútbol. Si esas eran las condiciones de Liendo, por qué habrá jugado. Mucho más pernicioso para la imagen del exitoso entrenador sería hoy volar a Palos del arco, pero parece que lo va a aguantar. Este último dato no conlleva ninguna rigurosidad futbolística, sino que intenta darle un lugar a la imagen del entrenador que empezó a deslucirse al compás de los resultados. Hasta aquí todo parecería indicar que a Russo sólo le alcanzaba con poco para llegar al clásico con más aire en una supuesta puja mediática que a los dos les encantaría protagonizar. Pero el lunes Miguel quedó en posición adelantada cuando puertas adentro se abrazó con Veira, pero no quiso compartir la entrevista "por respeto a la gente de Central". Allí comenzó la remontada del técnico de Newell's que no tuvo reparos en enumerar las virtudes de Central. Del otro lado, un lacónico "sólo hablo de Central", volvió a relegar a Russo que hasta aquí, con todas las de ganar, dejó la sensación de estar mucho más atado a los prejuicios. En las semanas previas los dos cometieron errores reprochables desde la cofradía periodística, pero lógicos si se toma en cuenta el origen porteño-bonaerense de ambos. Mientras Russo permitió el ingreso de TyC un viernes que los periodistas rosarinos tenían vedado el acceso a la ciudad deportiva, Veira clavó a la prensa local tras el empate con Independiente porque optó por una entrevista exclusiva con el mismo medio porteño. Antes, el Bambino le había ofrecido explicaciones de la salida de Passet a Mariano Closs exactamente un día antes que a los rosarinos y pocas horas después de ofrecer un desplante muy desagradable ante los cronistas de aquí por el mismo tema. Salvadas las diferencias que por ahora se saben disculpar, el corralito del Gigante será testigo del final de una batalla que, también debe reconocerse, priorizó el respeto y el folclore futbolístico. Diferencias al margen, las presencias de Russo y Veira prestigian al fútbol de la ciudad.
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