Bagdad. - Decenas de periodistas extranjeros -entre ellos los corresponsales de las cadenas estadounidense ABC y NBC, del diario New York Times- abandonaron ayer Bagdad, a pocas horas de cumplirse el ultimátum de 48 horas impuesto el lunes por el presidente estadounidense, George W. Bush, a Saddam Hussein para que abandone el país. Tensión y ansiedad dominan la geografía y la gente teme lo peor, mientras el presidente iraquí sigue desafiante sin mostrar indicio alguno de que vaya a cumplir con el ultimátum.
La gran mayoría de los iraquíes no pudieron ver el discurso de Bush porque las parabólicas están prohibidas en el país. Pero el ultimátum del presidente estadounidense se propagó rápidamente, lo que impregnó de tristeza y un sentimiento de impotencia a los habitantes de la capital.
"¿Por qué deberíamos escuchar las noticias? ¿Qué podemos hacer para cambiarlo?", comentó Mohammed, un taxista y padre de seis hijas. La gente, empobrecida por las sanciones impuestas por la ONU desde 1990, almacenaba los alimentos y otros artículos de primera necesidad que podía. Mujeres embarazadas abarrotaron las salas de maternidad pidiendo que se les practicara cesáreas para no tener que dar a luz en refugios antibombas atestados.
Al sur, en el desierto de Kuwait, las tropas estadounidenses y británicas empacaban sus tiendas y se preparaban para una invasión que esperan comenzar en cuestión de horas, probablemente precedida por un bombardeo masivo. "Por fin vamos a alguna parte. Vamos a la guerra", comentó ayer el sargento Robert Vennebush, de 25 años, miembro de una unidad de ingeniería del ejército.
Un grupo de 25 escudos humanos españoles llegaron el domingo a Bagdad y recibieron un fax del Ministerio de Asuntos Exteriores español en el que se les insta a regresar urgentemente. "Estamos considerando realmente el consejo y quizás nos vayamos mañana (por hoy) a través de Ammán", comentó Miguel Muñoz, un químico de 26 años.
Pero la australiana Dona Mulhera tiene otro punto de vista. "Me quedaré aquí a defender mi causa", expresó la escritora de 34 años. "Me puse enferma cuando me enteré de los planes bélicos de mi país. Nosotros, los australianos, somos pacifistas y no queremos luchar contra nadie", explicó.
Exodo kurdo
Pero no sólo Bagdad es presa de la psicosis. Los kurdos en el norte de Irak se preparan para la guerra inminente, según medios locales. Informaciones procedentes de Suleimanyah indican que las personas del lugar han acudido masivamente al mercado y las gasolineras para aprovisionarse de alimentos y combustible. Un representante de la Unión Patriótica del Kurdistán, Pirot Ebrahim, comentó a la agencia de noticias iraní Irna que hay mucha tensión entre la población, pero el pánico no ha estallado.
Durante la mañana, los ciudadanos se fueron juntando en familia dentro de los taxis, camiones, camionetas y colectivos cargados con sacos de comida y mantas. Luego tomaron la carretera que lleva a Salaheddin, más al norte, en dirección a las montañas, lejanas ya de la línea de demarcación entre el gobierno regional de Kurdistán, bajo protección estadounidense y británica desde 1991, y el resto de Irak. "La gente tiene miedo de que Saddam se vengue de un ataque", decía Abdulrazak Hamed Amin, atendiendo sin parar a los clientes que formaban la cola.
La aviación estadounidense, por su parte, lanzó ayer 1,4 millón de volantes sobre territorio iraquí, como parte de la campaña de guerra psicológica del Pentágono contra Saddam Hussein. Entre otras cosas, se les indicó a los militares iraquíes que abandonen los tanques y que dejen las armas dentro, informó el comando central de las fuerzas estadounidenses, desde la base As Sayliyah, en Qatar.
El lanzamiento de los volantes fue acompañado por una serie continua de llamamientos vía radial a los militares iraquíes en el sur del país, para que se rindan sin combatir. (DPA, Reuters y AFP)