Pablo F. Mihal / Ovación
Mendoza (enviado especial).- Rosario no pudo. No supo encontrar la manera de disimular una gran cantidad de errores propios que se multiplicaron en el segundo tiempo. Así le fue muy difícil al seleccionado de Rosario lograr un resultado positivo en su excursión a Mendoza. Finalmente, y con toda justicia, cayó por 27 a 23 en un encuentro que completó la tercera fecha del Campeonato Argentino. El partido arrancó con el nerviosismo propio del peso que tenía. En los primeros minutos, Mendoza atacó intentando dar una primera puntada con los forwards, para luego jugar con sus backs. Mientras tanto, Rosario comenzó a usar tácticamente el pie y llevó paulatinamente el juego al terreno del local. Y la primera oportunidad clara que tuvo lo llevó al marcador. Así, un soberbio drop de Alberto Di Bernardo abrió la cuenta. Pero el seleccionado rosarino no se conformó. Tampoco lo esperó en su campo. Salió a plantear el juego lo más lejos de su ingoal posible. Y empezó a cosechar. En una jugada desquilibrante de Sebastián Preumayr, el medioscrum mostró sus dotes de improvisación, eludió su marca y se metió en el ingoal. Y las diferencias empezaron a estirarse. Pero Mendoza reforzó el trabajo de sus forwards. Y Rosario tuvo problemas con las formaciones fijas, sobre todo en el scrum, una faceta que le costó varios dolores de cabeza. Precisamente desde allí, Mendoza aprovechó varios penales por los derrumbes de la visita. La idea de los cuyanos era dejar sin piernas a los visitantes, a sabiendas de que por el lado abierto éstos podían marcar diferencias. No obstante, el dominio territorial en gran parte de la primera etapa fue de Rosario. Pero el local también mostró lo suyo y en la primera ocasión en la que Rosario se durmió, lo pagó en su ingoal. La figura del centro de Los Tordos, Leandro Speroni, comenzó a hacerse más grande y a convertirse en el eje de su equipo. Y por obra suya llegó el segundo try local, que estableció en el marcador un 15-16 que reflejó a ciencia a cierta lo que pasó en la cancha en los primeros 40 minutos. Y en partidos donde la paridad es tan manifiesta, los errores se pagan muy caro. En ese sentido, Rosario se equivocó (y bastante) en la segunda mitad. No sólo en ataque sino también en defensa. Y ante ese panorama, Cuyo no perdonó. A los 10', el dueño de casa dio vuelta la historia. Y jugando en su terruño, obviamente, se agrandó. Mendoza empezó a tener más pelotas, a ganar terreno y a comprometer a Rosario ya que lo atacó desde todos lados. Rosario resistía con mucho corazón, pero evidentemente estaba muy lejos de ser su tarde soñada. De una pelota recuperada nació un try que abrió las puertas de las esperanzas. Sebastián Bosch, como si estuviera jugando un seven, se filtró entre la defensa y volvió a silenciar a los 3 mil hinchas que se acercaron a la cancha de Mendoza Rugby. Pero la alegría fue efímera. Y la respuesta inmediata. El try de Bär puso al local nuevamente en ventaja y lo hizo acreedor a un punto de bonus con el que ahora comparte el segundo puesto en el Argentino junto con su vencido de ayer. No obstante la sensación fue de que el partido estaba para cualquiera de los dos, y quizás el final de esta historia hubiese sido otro si el conjunto rosarino no hubiera dilapidado las ocasiones con las que contó por errores propios. El tiempo después hizo su trabajo. Los rosarinos cayeron presos de su propia desesperación y vieron cómo se les escapaba el partido y el invicto que venían exhibiendo desde fines del 2000. Ayer Rosario perdió una batalla, pero no la guerra.
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