Mostró la hilacha. Buenos Aires sigue en lo más alto de la tabla de posiciones pero demostró que no es invulnerable. Ayer, superó de visitante a Tucumán por 33 a 25 pero su imagen distó mucho de la de un equipo compacto, sólido e inquebrantable. El cotejo se llevó a cabo en las instalaciones de Los Tarcos y el árbitro fue el cordobés Marcelo Domínguez. Lo cerrado del marcador desnuda la sensación de que las Aguilas no son imbatibles como demuestran sus nombres y sus pergaminos. Tucumán, con sus urgencias y sus limitaciones a cuestas, le sacó de encima ese aura de superioridad que se derrama sobre el conjunto porteño. Los locales, quebrados anímicamente y empecinadamente desorganizados en su estructura colectiva, volcaron en el campo de juego toda su verguenza deportiva y salieron en los primeros minutos a ser protagonistas. Así, los naranjas estuvieron adelante en el marcador hasta los 35'. En esos momentos Buenos Aires vio que se le escapaban sus posibilidades, reaccionó y se fue al descanso con un 20 a 13 a su favor que le dio algo de tranquilidad al puntero del certamen. En el arranque del complemento, la visita quiso definir el pleito y en 20 minutos señaló 13 puntos que estiraron la diferencia. Después se relajó y manejó los tiempos del partido. En los últimos 40' el clima del encuentro fue subiendo en intensidad, por eso el árbitro terminó expulsando a cuatro jugadores (dos de cada equipo): Pani y Vidal, en Tucumán y Lecot y Carballo, en Buenos Aires. Tucumán sumó su tercera caída en el torneo, no levanta cabeza y además terminó el cotejo sin su principal figura, José María Núñez Piossek, quien se retiró lesionado en el primer tiempo. El panorama no es nada alentador para los naranjas.
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