"Hoy en día nada es fabuloso y nada resurge de sus cenizas". Esa frase, en la primera página de la novela "El americano impasible", resume el punto de vista melancólico y trágico de la historia escrita por Graham Greene en los años cincuenta, y que hoy llega a Rosario en una nueva versión para el cine, protagonizada por Michael Caine y Brendan Fraser, bajo la dirección de Phillip Noyce y con guión de Christopher Hampton.
La acción se desarrolla en Vietnam en los años cincuenta, cuando el imperialismo francés se está retirando del lugar, y tanto los ingleses como los estadounidenses mueven sus piezas para ocupar, sin mayor escándalo, el sitio vacante.
La historia es contada desde el punto de vista de Fowler, un corresponsal de prensa británico adicto al opio y enamorado de una joven vietnamita. Con apariencias de una memoria sentimental, donde se relata la pérdida de la chica a manos de un amigo más joven, "El americano" se interna en el laberinto de la política internacional, de los complots, los atentados y el terrorismo de Estado.
Thomas Fowler, interpretado por Michael Caine (nominado al Oscar por este rol), ve pasar sus días en Saigón entre las numerosas pipas de opio que le prepara su joven amante Fuong, y los remordimientos por no lograr separarse de su esposa en Londres.
Con poco que hacer, ya que sus correos son censurados o retrasados por las autoridades francesas, Fowler no informa nada a sus oficinas en Inglaterra, porque las noticias no llegan al Reino Unido o cuando lo hacen, ya son demasiado viejas. Desencantado con la profesión, asiste casi todas las tardes al bar Continental, donde se reúnen sus colegas de prensa norteamericanos. Manejados como títeres por las autoridades, los periodistas estadounidenses creen que están en el centro de la guerra, cuando, en realidad, a lo máximo que asisten es a "funciones" de la guerra preparadas por los poderosos.
El amigo americano
En medio de esa desazón aparece, en Saigón y en la vida de Fowler, Alden Pyle. Es un norteamericano de 32 años, empleado de la Misión de Ayuda Económica de los Estados Unidos. Para Fowler, Pyle es un ingenuo chico del medio oeste, entusiasta y lleno de ideas librescas y sociológicas sobre Oriente. Sin embargo, el ingenuo le roba la chica a Fowler y mantiene una doble vida que se revela en el comienzo de la historia, que seguirá, a partir de ahí, el derrotero del americano impasible y su relación con Fowler, quien al ser narrador del cuento, se queda con algunos secretos que atañen a su propia persona. Secretos que se empezarán a develar después de la muerte violenta de Pyle, ahogado en el barro y, como si eso fuese poco, con un tiro en el pecho.
La película se filmó en Vietnam, en el corazón de Saigón. En el centro de las preocupaciones de los realizadores estaba la cuestión de la fidelidad a la historia y al ambiente. Era una cuestión de honor, ya que en 1958 Hollywood adaptó la novela a la pantalla grande pero cambió el mensaje de la obra. El filme, dirigido por Joseph Mankiewicz, convirtió a Pyle, un arma feroz e inmoral de los intereses de Estados Unidos en la obra de Greene, en un agente anticomunista.
En la nueva versión que llega hoy a los cines rosarinos, el director Phillip Noyce contó con la colaboración de Christopher Hampton, un especialista en Greene, y ganador de un Oscar por su guión de "Relaciones peligrosas".
Hampton era, para la gente de la película, el hombre indicado para adaptar la emblemática obra de Greene. Tenía en su haber un Oscar como guionista y había trabajado con el novelista inglés en la versión para la pantalla de "El cónsul honorario", la obra que en parte se desarrolla en la provincia de Corrientes.
Según Hampton, Greene era una persona difícil de contentar con los guiones en base a sus obras. "Nunca quedaba contento del todo con las adaptaciones de sus libros. Cuando hice «El cónsul honorario» mientras vivía aún, traté de ser muy fiel al texto, pero no quedó muy feliz", dijo a la agencia Reuters mientras se rodaba la película.
También recordó que Greene estaba furioso con la versión que hizo de Mankiewicz de "El americano impasible", porque sostenía que era una traición al mensaje de su novela. "Fue cambiado de una representación exacta de las circunstancias históricas de la época en un folletín anticomunista, originado, supongo, por el clima de la época prevaleciente en Estados Unidos, donde no se podía tener una opinión objetiva", dijo Hampton, criticando también la primera versión.
Además de la fidelidad al original, el otro desafío para Hampton (que el año pasado rodó en Buenos Aires "Imagining Argentina" con Antonio Banderas y Emma Thompson) fue la voz de Greene, su trabajado estilo.
"Tendría que aprender por su cuenta cuál era el verdadero ambiente, que se apodera de uno como un olor: el oro de los arrozales bajo un sol chato y tardío; las frágiles pértigas de los balancines de los pescadores, que fluctúan sobre los campos como mosquitos; las tazas de té en la plataforma del viejo sacerdote, con su cama y sus calendarios comerciales, sus baldes y sus tazas rotas y los residuos de una vida entera reunidos como una resaca junto a su silla; los sombreros como moluscos de las muchachas que reparan un camino donde ha estallado una mina; el oro y el verde joven de los vestidos del Sur, y en el Norte, los pardos oscuros y las ropas negras y el círculo de montañas enemigas y el zumbido de los aviones", dice Fowler sobre el aprendizaje que él cree que tendrá que hacer su joven amigo Pyle.
Ese aprendizaje se puede extender a los realizadores de la película, quienes fueron a buscar el sabor de la historia al lugar mismo donde el novelista la había escrito y ambientado. Ahora resta ver si el cine con su magia logró captar el espíritu de una de las mejores obras de Graham Greene, un autor frecuentado por el séptimo arte, pero en general con poca fortuna.