Año CXXXVI
 Nº 49.756
Rosario,
lunes  17 de
febrero de 2003
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El clamor pacifista mundial sorprendió por su fuerza

Esteban Bayer

Hamburgo. - Las multitudinarias manifestaciones pacifistas en las principales capitales europeas en contra de un posible ataque militar a Irak sorprendieron por la unanimidad de un clamor pacifista heterogéneo que cambió la relación de las fuerzas políticas. Entre los más de seis millones de personas que marcharon en una ola de protestas globales no vista desde la guerra de Vietnam, algunas de las concentraciones más multitudinarias se produjeron en países cuyos líderes han respaldado la línea dura del presidente de EEUU, George W. Bush, como España, Gran Bretaña e Italia.
El "no a la guerra" que se escuchó por millones en Londres, Roma, Berlín o Madrid no fue la expresión monocorde del movimiento pacifista organizado, sino la expresión generalizada de la población en su conjunto, llevando a las calles el repudio a una salida militarista que hasta ahora se había dado en todos los sondeos, ya sea en Gran Bretaña, España, Italia o Alemania.
Los analistas políticos coincidieron ayer mayoritariamente en que las marchas fueron el oxígeno que saca de un aparente aislamiento a los gobiernos de Jacques Chirac en Francia y de Gerhard Schroeder en Alemania, y una advertencia que seguirá retumbando en los oídos de los más estrechos aliados del presidente George Bush en Europa, Tony Blair, Silvio Berlusconi y José María Aznar, en cuyas capitales se registraron justamente las marchas con mayor caudal de gente.
En España, Aznar está perdido en "un laberinto", según constata ABC, y lo peor que puede hacer ahora es ignorar las manifestaciones porque "no se puede gobernar en contra del deseo de la población", dice El Mundo.
Las marchas han dejado un mensaje claro a la cumbre europea sobre el tema Irak a celebrarse hoy en Bruselas. "Si los gobiernos carecen de una política exterior común, los ciudadanos sí parecen tenerla. La política no la hacen las manifestaciones, pero ignorar la calle es insensato en una democracia: son los pueblos quienes eligen a sus gobernantes y no al revés", resume el editorial de El País.
Sin embargo, las masivas protestas en el mundo de este fin de semana no tienen por qué haber sido un paso hacia una solución pacífica del conflicto en torno a Irak, ni tampoco a favor de Chirac o Schroeder. (DPA)


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