Andy Goldberg
Los Angeles. - Durante meses, las cadenas de noticias estadounidenses han centrado su cobertura en cómo escala el conflicto en el Golfo. Ahora, con la posibilidad de una guerra en Irak dentro de unas semanas, están descubriendo que cubrir la guerra representará más dificultades que la de informar sobre cómo se va aproximando el momento. Desde el punto de vista financiero el conflicto está atestado de peligros para la mayoría de canales. A pesar de que es obligatorio tener las imágenes, la cobertura de la guerra es muy costosa, mientras que su naturaleza gráfica y violenta la convierte en un anatema para los anunciantes. Los publicistas quizás quieran colocar sus artículos en reality shows como "Survivor" (Supervivientes), pero saben que ver gente de carne y hueso que está muriendo tiende a frenar a los consumidores. Según la revista Media Life, decenas de millones de dólares en ganancias por publicidad se evaporarán en los primeros días de la guerra, cuando las cadenas de televisión dejen de emitir su programación actual para acomodarla a la cobertura del conflicto, que se convertirá en el eje de la parrilla de programas televisivos. Si la situación actual de muchas televisoras y otras empresas de medios ya deja bastante que desear, las pérdidas por dejar de percibir los millonarios ingresos de la publicidad podrían causar amplios recortes de empleos y de otro tipo. "La sensación actual es que los efectos de la guerra podrían ser devastadores", afirma Media Life refiriéndose al sentimiento predominante en el mundo de la publicidad. Los encargados de marketing son comprensiblemente reticentes a pagar precio de oro para que sus productos sean asociados con un ataque aéreo. Sin embargo, los expertos señalan que una vez que pase la fase inicial, los gastos en anuncios volverán a dispararse cuando las empresas que los producen den en el clavo con la nueva situación y conecten con las amplias audiencias que estarán mirando sus pantallas de televisión, enganchados a la cobertura de la guerra. Lo que verán se parecerá poco a las imágenes poco definidas en color verde, o las tomas en blanco y negro que fueron todo un sello distintivo en la Guerra del Golfo (1991). El conflicto catapultó al canal estadounidense CNN al liderato de la televisión de noticias a nivel global, cuando sus intrépidos reporteros -como Peter Arnett- emitían en vivo desde Bagdad, donde el oscuro cielo de la noche se iluminaba con el fuego de los proyectiles y durante los reportajes se podía escuchar el estallido de las bombas. La cobertura desde detrás de las líneas iraquíes fue casi la única noticia destacada de la guerra que se realizó sin la supervisión del ejército estadounidense. Esta vez las cosas serán diferentes. Uno de los catalizadores clave del cambio es el canal de noticias árabe Al Yazira, cuyas cámaras estarán en todas partes de Irak para cubrir la esperada embestida estadounidense. Ansioso por replicar al que considera un canal antiestadounidense, el Pentágono ha decidido garantizar a los periodistas una mayor libertad para cubrir la guerra. A fines de esta semana, militares estadounidenses decidirán quiénes de los 500 periodistas acompañarán a las fuerzas terrestres estadounidenses durante el conflicto, en lo que han denominado "cobertura entregada". Debido a los peligros y riesgos de esta cobertura, los militares han decidido preparar en cursos especiales a cientos de periodistas en campos de entrenamiento militar. Los cursos están diseñados para proporcionar técnicas básicas de supervivencia. Este concepto ha desatado numerosas críticas entre los medios de comunicación. A los críticos les preocupa que los periodistas tengan entonces demasiada simpatía con las fuerzas estadounidenses. El envío de cientos de periodistas a las líneas del frente, que se completará con teléfonos satelitales, chalecos antibalas y equipo para protegerse de un ataque con armas no convencionales, representa otro desembolso enorme para las empresas estadounidenses de medios de comunicación. (DPA)
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