Russo recordó la secuencia previa al ingreso de Horacio Carbonari y en un punto de su repaso las sensaciones se contactaron con lo fantástico que arrojó la realidad. El técnico de Central se reservó lo que pensó en el mismo instante que partió la bala de Petaco, pero se anotó el poroto del mérito de haber agotado todos los ademanes para que Oscar Sequeira hiciera ingresar al defensor y pateara el tiro libre. "El cambio lo tenía en mente antes del tiro libre. Lo que pasa es que cuando se produjo la jugada de la infracción cerca del área, le insistí al árbitro para que aprobara el cambio. Lo que no podía predecir es que justo en ese momento iba a ocurrir lo que al final ocurrió. Obviamente quería que lo pateara él. A veces el fútbol es muy generoso con la buena gente y Petaco es un tipo muy noble. Se lo merecía. La historia en estos casos siempre devuelve un montón de cosas y lo que pasó anoche fue una de ellas. Fijate que Petaco está a un paso de convertirse en uno de los defensores más goleadores de la historia de Central y eso me pone muy contento". Russo encontró en este relato la explicación para un hecho que no convoca demasiadas explicaciones. -Intimamente pensaste que la frutilla del postre podía ser el gol. -La sensación de la gente, del banco, de Vitamina que le gritaba «pegale Petaco», era esa. Era el gol. Yo me reservo lo que pensé en ese momento cuando estaba por pegarle a la pelota. Aunque soy de los que piensan que cuando uno está convencido de algo, al final eso sucede. -Por cómo explotó el banco de suplentes, ¿es exagerado pensar que fue uno de los goles que más festejaste en tu carrera? -Y lo festejé mucho. Petaco se lo merecía. Pero tampoco pensé que después de ese gol se terminaba todo. Lo que más me gustó fue que todo el grupo se puso muy contento.
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