Fernando Gabrich / La Capital
Barcelona (corresponsal).- La tarde está fría, el cielo gris y el viento, proveniente del Mediterráneo, penetra hasta lo más profundo. No importa. Barcelona no siente el frío. El Paseo de Gracia comienza a poblarse, y esta vez no son turistas. La Pedrera no será el centro de atención. Tampoco la Casa Batllo. Mucha gente sale a la calle con pancartas, globos blancos o banderas catalanas. Se habla de una de las manifestaciones más grandes en la historia. Cuatro palabras fueron suficiente para despertar a la sociedad: "No a la guerra". Fue tanta la gente que la marcha se hizo lenta. "Aturem (detengamos) la guerra" "Bush, Aznar y Blair, terroristas al poder", "Aznar cambia sangre por petróleo", "Aznar, lamebotas de Bush", y otras miles de consignas similares en incontables pancartas fueron el reflejo de una sociedad que está en total desacuerdo con la política del gobierno y que ayer salió a demostrarlo. La marcha tuvo un objetivo claro, pero las formas de expresarse fueron de las más variadas. Luis Brusca, un artista argentino que hace 17 años esta en la ciudad, tuvo una de las ideas más originales: realizar la marcha de la risa para decirle no a la guerra. Así, un grupo de más de 200 artistas callejeros disfrazados y parodiando acciones de guerra le dieron a la jornada un color especial. "La idea surgió de un grupo de artistas, y en poco tiempo tuvimos una aceptación increíble", manifestó Brusca, uno de los ideólogos de la minimarcha dentro de la gran movilización. No hubo distinción de sexo ni edad. No hubo excusa para quedarse al margen. Empresarios, sindicalistas, católicos, protestantes, casados, solteros, heterosexuales, homosexuales, blancos, negros, ecologistas, políticos, apolíticos, catalanes, inmigrantes..., todos se hicieron presente para gritar su "no". La tarde se pone más gris. El frío más frío. En la plaza Tetuán no se puede caminar. La cabecera de la marcha no llega a destino a causa de los miles y miles de manifestantes. Se lee el comunicado. Se critica al gobierno de Estados Unidos, al de España y también a Saddam Hussein. Pero se resalta que la guerra será injusta para un pueblo que no para de sufrir. La gente aplaude, levantan las pancartas, grita. Quien quiera oír que oiga.
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