Año CXXXVI
 Nº 49.754
Rosario,
sábado  15 de
febrero de 2003
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Más fácil y eficiente es controlar a las grandes corporaciones

Eduardo Buzzi (*)

La Afip se empeña en vigilar a productores, sin mirar a las corporaciones cerealeras. El control sería mucho más rápido y efectivo -por los montos involucrados- si apuntara a las grandes firmas que operan en el sector.
En lugar de una persecución inútil, se precisa un sistema justo y el coraje para resolver la evasión. Una prédica histórica de la Federación Agraria Argentina ha sido y sigue siendo recomendar a sus representados pagar regularmente sus impuestos. Esto es indudablemente lo que han hecho los productores, aún agravando situaciones extremadamente difíciles y hasta desapareciendo económicamente.
En consecuencia, esta entidad sostiene enfáticamente que no se opone a los controles que pueda realizar la Administración Federal de Impuestos (Afip) utilizando la más moderna tecnología a su alcance para relevar a quienes pagan sus impuestos y quienes no. De todos modos, ante los anuncios recientemente realizados de utilizar imágenes satelitales, sostiene su inutilidad y onerosidad, como quedó demostrado cuando el sistema se utilizó para las inundaciones.
Sin embargo, resultaría mucho menos costoso, más rápido y eficiente controlar a las grandes corporaciones cerealeras que concentran alrededor del 90 por ciento de las compras al productor. Por una elemental interpretación de la realidad: no habría productores que venden en negro si no hubiera cerealistas que compran en negro. Sería necio que se desconozca que quienes operan en esta modalidad son mega empresas. Queda asimismo pendiente la tarea de la Afip de ver puertas hacia adentro.
Por otra parte, el grueso de los productores está sometido a una presión tributaria regresiva, recesiva, desalentadora de la inversión y anticíclica. Las retenciones se llevan casi un camión de soja de cada cuatro que salen de las chacras; el impuesto a las ganancias no atiende capacidades contributivas ni actualización por inflación y devaluación, gravando las existencias y no las ganancias reales; los productores tienen que comprar insumos con un IVA del 21 por ciento y recuperan sólo el 10,5 con sus ventas; las multinacionales los someten a retenciones indebidas. Y siguen altas y nuevas tributaciones provinciales, tasas comunales por servicios que no se proveen, etc.
Por todo ello, desde FAA sostenemos, como los hemos hecho siempre, que la solución solamente será posible con una ley agrícola sustentable en el tiempo y una reforma tributaria profunda que atienda el elemental principio de progresividad. Es decir, orientada decisivamente a que "pague más quien más tiene" y no sólo a castigar y ahogar a quienes se esfuerzan por poner el país en producción.
Sólo así mejorarán los niveles recaudatorios. En este marco es importantísimo no olvidar que quienes menos cumplen son los sectores con mayor capacidad contributiva que, en general, evitan pagar acudiendo a artilugios seudo-legales mediante grandes equipos contables. A esto se lo denomina eufemísticamente elusión impositiva, pero el problema es meramente semántico si de controlar en serio se trata.
(*) Presidente de Federación Agraria Argentina


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