Año CXXXVI
 Nº 49.754
Rosario,
sábado  15 de
febrero de 2003
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Producción. Los buenos precios permitieron compensar inflación y retenciones
Cómo saltó la rentabilidad tras la devaluación
Un estudio del Inta revela que el retorno financiero promedio de las explotaciones creció el 45%

La fuerte devaluación del peso, la pesificación y la aplicación de nuevos impuestos como las retenciones a la exportación alteraron drásticamente la estructura económica de las explotaciones agropecuarias. La situación actual de los diversos sistemas productivos evidencian una fuerte mejora en su rentabilidad y en su nivel de competitividad, aun pese a la imposición de las retenciones a la exportación. Comparando los resultados económicos (margen bruto) de los productos a diciembre de 2001 contra el mismo mes de 2002 se nota un importante incremento, con los mayores valores en trigo (412,4%), girasol (415,4%) y ganado bovino (435,4%), y en menor medida en soja y maíz. En cuanto al resultado financiero, si se mide el margen bruto por cada peso invertido, el girasol mejoró esa relación en un 101,5%, el ganado bovino en un 92,9% y el trigo en un 79%, mientras que la soja lo subió sólo un 9,4%, y el maíz retrocedió un 6%.
Estos cambios experimentados a partir de 2002 obedecen a una mejora de los ingresos por la devaluación y costos que, si bien aumentaron, no lo hicieron en la magnitud del salto cambiario. Pero esta bonanza actual podría diluirse rápidamente si los avatares de la economía afectasen los ingresos netos en más de un 20%, ya sea por mayores retenciones, menores precios de los productos o una revaluación del peso.
Así lo asegura un pormenorizado estudio realizado por el Inta-Marcos Juárez en el cual se analiza la evolución de los precios de los principales insumos, los precios de los productos y la estructura impositiva, el consecuente impacto en la rentabilidad de las actividades, y también una prospección futura teniendo en cuenta diversos escenarios para este año.
El trabajo elaborado por Carlos Ghida Daza, técnico del área económica del Inta-Marcos Juárez, indica que a partir de los cambios abruptos de la política económica desde diciembre de 2001 se produjeron alteraciones considerables y muchas veces imprevisibles en las variables que condicionaban los resultados económicos de las actividades agropecuarias exportables predominantes de la zona pampeana. Señala que esta situación impidió realizar análisis prospectivos y aun proyecciones de menor plazo, ante el riesgo de elaborar conclusiones que quedaran obsoletas en el corto plazo.
Desde mediados del año 2002, la relativa estabilización de algunos indicadores, que se hace más pronunciada finalizando el año 2002, permite realizar un análisis en perspectiva.

El impacto de la devaluación
El trabajo, en primer lugar hace una comparación del período reciente respecto al promedio de indicadores económicos en lapsos con alta devaluación de la década del 80.
Históricamente, el efecto de una devaluación se trasladaba e incluso potenciaba en el mercado doméstico ya que tanto el Indice de Precios al Consumidor (IPC) como el Indice de Precios Mayoristas (Ipim) sufrían variaciones superiores a las del tipo de cambio.
En cambio, "en la actualidad la devaluación ha tenido un importante efecto de incremento de la competitividad". Esto es así porque el tipo de cambio libre entre diciembre de 2001 y diciembre de 2002 creció un 245%, mientras que el IPC subió un 40,9% y el Ipim -con mayor componente de productos importados- creció un 118,2%. Es decir que el IPC absorbió la sexta parte de la devaluación y el Ipim menos de la mitad.
Con estos datos en la mano, el Inta Marcos Juárez realizó un análisis enfocando las actividades y empresas agropecuarias predominantes en la región, y los resultados económicos en la situación estabilizada, considerando los valores del mes de diciembre de 2002 respecto a la de fin de la convertibilidad en diciembre del año anterior. También se analizaron los cambios producidos en la competitividad de estos tipos de empresas.

Los precios y los costos
Con un tipo de cambio que creció un 245% entre diciembre de 2001 a diciembre de 2002, las variaciones acumuladas en los precios de los productos agrícolas se mantuvieron cercanas a esa variable. En promedio, los granos quedaron apenas un 7% por debajo del tipo de cambio a causa del alto precio del trigo que subió el 343,1%, mientras que la soja aumentó el 224,1% y el maíz 221,5%, siempre en el período considerado. Este comportamiento de los precios es similar al registrado en otros períodos de devaluaciones en la Argentina en los cuales el promedio de los precios de los granos estuvo un 8% retrasado respecto del dólar.
En cuanto a los costos de producción, el estudio detalla la evolución en los precios mensuales de los insumos en relación a los existentes en diciembre de 2001, considerando un conjunto de insumos representativos en los costos como 2,4-D, glifosato, urea, gasoil y salario del peón general.
En este área, se observa una primera gran diferencia con el comportamiento histórico en períodos devaluatorios. El año pasado, el precio del gasoil subió un 130,8% y no se dieron aumentos al salario del peón, cuando históricamente el combustible superaba largamente el aumento de la divisa y el salario acompañaba. En cuanto a los otros insumos, el glifosato subió un 316,2%; el 2,4-D, 261,4%, ambos por encima del tipo de cambio; mientras que urea cuesta un 225,5% más, por debajo de la suba del dólar.
El estudio del Inta-Marcos Juárez avanza en las relaciones insumo/producto mensuales a partir de la devaluación, comparándolas con la situación predevaluación. Esto se analizó para trigo, soja, kilo de novillo y kilo de capón respecto a los insumos. En los insumos, además de 2,4-D, glifosato, urea y gasoil, se agregaron componentes del capital como los valores de molino y tractor, y no se tuvo en cuenta al salario ya que es un factor que se mantuvo constante.
El objetivo es analizar la evolución de la capacidad de compra de cada producto respecto a insumos específicos.
* Trigo: a partir de la primer devaluación, un grupo de insumos -gasoil, alambrado y molino- pasa a estar más barato expresado en poder de compra del cereal, mientras que el resto -insumos importados o transables- se encarecen en términos de grano respecto a diciembre de 2001. Esta situación se va compensando a lo largo del año y a partir de julio, con la relativa estabilidad del tipo de cambio, el poder adquisitivo del cereal es superior al de diciembre de 2001 para todos los insumos. Finalmente, la leve tendencia a la baja del trigo a fines de 2002, unido a una apreciación del peso, hacen que disminuyan algo las relaciones insumo/producto pero aun así todavía quedan en una mejor situación que a fines de 2001.
* Soja: se nota un comportamiento similar al del trigo pero partiendo de precios del producto más deprimidos, lo que acentúa la baja relación respecto a los insumos transables, algo que se vio agravado por los impuestos a las exportaciones que se ampliaron entre marzo y abril. Desde el mes de agosto, se nota una recuperación del poder de compra de la soja debido a la mejora de los precios internacionales y la relativa estabilidad económica.
* Novillo: en este caso, al ser el precio del producto determinado en mayor medida por el mercado doméstico, el efecto de las devaluaciones se observa con más claridad. Por ello, se parte de bajas importantes respecto a diciembre de 2001 en las relaciones insumo/producto para los insumos transables, que sólo tienden a neutralizarse a partir de agosto con una mayor estabilidad de la economía que mejora la demanda interna. Eso, unido al incremento de mercados externos, permitió recuperar el precio del producto.
* Capón: al tratarse de una mercadería destinada exclusivamente al mercado interno, la evolución es similar a la de la carne vacuna. En una primera etapa la relación fue muy deprimida respecto de los insumos transables y luego desde mediados de año la tendencia es a la recomposición del poder de compra.

La rentabilidad
El estudio del Inta-Marcos Juárez también calcula los resultados económicos de las distintas actividades pre y posdevaluación, en base a la estructura productiva predominante en la región sudeste de la provincia de Córdoba, con los márgenes brutos de trigo, maíz, soja de primera, girasol, invernada bovina y ciclo completo en porcinos (ver infografía).
Se observa que los costos directos entre diciembre de 2001 y el mismo mes de 2002 se incrementaron en promedio el 195% debido a aumentos en los componentes "labores" (103%) e insumos (243%). Los precios agrícolas, en cambio, aumentaron un 215%.
De esta forma, el margen bruto por hectárea creció un 318%, con valores extremos superiores al 400% para girasol y trigo, y con aumentos del 222% en maíz y soja.
El trabajo indica que aunque los costos directos subieron, el retorno financiero promedio -es decir margen por cada peso gastado- mejoró el 46% en el caso de los granos, y si se incluyen a los ganados bovino y porcino baja levemente al 44,75%. No obstante, esta variable tuvo un comportamiento dispar ya que fue más positiva en girasol y trigo respecto de la soja, e incluso tuvo un leve decrecimiento en maíz que fue el cultivo con mayor incremento del costo directo.
Para la ganadería, la mejora del precio del kilo de novillo es similar al promedio de suba de los precios agrícolas, pero los costos directos se incrementaron en menor proporción por tener menores subas en los componentes salarios y alimentación. De este modo, el efecto conjunto de menores incrementos de costos, junto a la alta proporción de costos directos respecto al ingreso en la invernada -por la compra de ganado-, produce un marcado crecimiento en el margen y en el retorno por cada peso gastado.
En el caso de los porcinos, al ser un producto netamente destinado al mercado interno, el incremento de costos -aunque menor a la devaluación- supera a la mejora del precio del kilo de capón. Ese factor, unido a la elevada proporción que representa el costo respecto al ingreso bruto, hace que el aumento de margen sea inferior al crecimiento del resultado del resto de las actividades analizadas. Sin embargo, la mejora del margen porcino sigue siendo significativamente superior al crecimiento de los precios mayoristas y minoristas, por lo que esta actividad también presenta un mejor resultado en términos reales.

Advertencias
El comportamiento de las diferentes variables económicas que afectan al sector agricolaganadero durante 2002 han marcado una consistente mejora en la competitividad de las explotaciones comparando diciembre de 2002 contra el mismo mes de 2001 (ver aparte).
El estudio remarca que la devaluación del primer trimestre de 2002 mostró una dinámica diferente a los anteriores períodos de inestabilidad cambiaria de la década del 80, por lo cual la gran diferencia que se dio entre la variación del tipo de cambio y los índices de precios mayorista y, en mayor medida minorista indican un efecto pro-competitivo, en mayor medida en las actividades agropecuarias.
A la vez se destaca un importante incremento en los resultados de las actividades agrícolas, con un crecimiento del margen bruto por hectárea del orden del 318% promedio.
No obstante, el análisis aclara que la mejora económica actual no implica su mantenimiento en el largo plazo, ya que puede verse anulada por alteraciones que principalmente afecten el ingreso bruto. Entre estos factores se mencionan retenciones más grandes, bajas de rendimiento, o caídas en el tipo de cambio efectivo.
Si la acción conjunta o individual de distintas variables generasen disminuciones del orden del 20% en los ingresos de la empresa agrícola, la llevarían a resultados similares a los de la deprimida situación predevaluatoria.
Por esta razón, los autores del trabajo resaltan "la importancia en el momento actual de elaborar estrategias que, tanto a nivel sectorial como empresarial, le permitan al agro mantener en el tiempo la competitividad lograda".



La devaluación operó como un efecto procompetitivo. (Foto: Celina Mutti Lovera)
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