La obsesión y los negocios. Los arreglos encubiertos a como dé lugar. Los intereses. Que la televisación, que River, que la comodidad de hacerlo en Buenos Aires, que la tendencia de los jugadores a optar por jugar aunque sea cerca del Lawn Tennis. "Vos sabés que cuando jugaron en Córdoba todo estuvo bárbaro, pero se notaba que a los porteños no les gustaba. Estaban con cara de mal olor... Me dijeron que las condiciones que les ofrecieron en Rosario eran mucho mejores", se despachó un periodista cordobés, más precisamente de Las Varillas (a la vera de la ruta 13) cuando el tema en cuestión fue el escenario contra natura que decidieron crear entre la Asociación Argentina de Tenis (AAT), la empresa L'Egalité y la entidad millonaria. Pero no todos están de acuerdo con la elección. Alguien vinculado a la AAT contó 10 aviones mientras se disputaba el primer set del partido de Gaudio con Schuettler, el viernes pasado el mediodía. Lo cierto es que sólo faltó un superclásico entre River y Boca en el Monumental para que los alemanes conocieran todos los ruidos habidos y por haber que puede ofrecer el flamante escenario montado a un costado del estadio mundialista. Un tren cada cinco minutos, el Tiro Federal Argentino enfrente, la cercanía de la avenida Udaondo -a menos de 100 metros de la cancha- y como si fuera poco un espacio naturalmente ventoso por la proximidad del río de la Plata configuran una escenografía inadecuada para jugar al tenis. Como si no fuera suficiente con ello, la organización fue altamente deficitaria. Algunos datos: las 180 credenciales para periodistas, más las restantes correspondientes a seguridad, gastronomía, etc. debieron ser confeccionadas nuevamente contrarreloj porque cuando arribaron los alemanes y vieron los cartones se dieron cuenta que la bandera de Alemania estaba diseñada al revés: la franja amarilla arriba y la negra abajo. Eso sí, la roja estaba en el medio, como corresponde. La prensa quedó mezclada con el público porque se vendieron más entradas de las 8.000 disponibles y entonces cada jornada venía acompañada de una aventura. La cuestión era saber de qué lugar se vería el o los partidos. Desde la platea, en una hilera de pupitres montados en lo más alto, o a medio metro de los jugadores. En todos los casos la visión era deficitaria. Los accesos no existieron. Sólo dos salidas y otros tantos ingresos a cada una de las tribunas principales. Pero negocios son negocios. La cuestión era sacar cuentas y repartir los dividendos. Para la próxima es probable que se corrijan algunos errores. Pero será imposible que el Monumentalito se parezca al Buenos Aires Lawn Tennis. Eso sí, la capacidad es superior. Pueden ingresar unas 3000 personas más que en Palermo. Para los organizadores y los inversores, es el único dato que interesa.
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