Tshamtshamal, Irak. - Los habitantes de Tshamtshamal, en el norte de Irak, afrontan las próximas semanas con una mezcla de esperanza y temor: saben que o bien serán liberados del miedo que les provoca Saddam Hussein o que serán asesinados por los soldados del mandatario iraquí.
A pocos kilómetros de Tshamtshamal, cerca de Kirkuk, está la frontera entre los territorios autónomos kurdos y la zona de influencia de Bagdad. En las montañas, el ejército iraquí ha construido búnkers. Esta ciudad de 40.000 habitantes no sólo se encuentra al alcance de las ametralladoras de Saddam, sino también de sus armas químicas.
"Tememos la reacción de las tropas si se desata la guerra", dice Dshwamer Karim, un habitante de 36 años. El discurso del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el pasado miércoles ha generado grandes esperanzas en el norte de Irak, pero también despierta el pánico.
Tras décadas de opresión por Bagdad, los kurdos esperan su liberación definitiva, pero a la par saben muy bien lo que significa que Irak posea armas químicas.
1988: 5.000 víctimas en un día
En Halabya, el recuerdo de su empleo está aún muy fresco. En 1988 murieron allí en sólo un día unas 5.000 personas, después de que la fuerza aérea iraquí lanzara bombas químicas contra esta ciudad. Halabya, próxima a la frontera con Irán, era uno de los núcleos de kurdos levantados contra Bagdad.
El ataque contra los kurdos es una clara y concreta prueba de que Saddam Hussein posee armas químicas y biológicas, afirma la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK), que bajo su líder Yalal Talabani domina una parte del norte de Irak.
La visión de horror que Powell intentó presentar en su discurso es algo que los kurdos ya han vivido en carne propia. "Las armas químicas son nuestra pesadilla". Así resume Karim el ánimo de los habitantes de Tshamtshamal. Las autoridades en el norte de Irak, que desde 1991 está gobernado por el PUK y el Partido Democrático del Kurdistán (KDP), intentan tranquilizar a la atemorizada población. "Los tiempos en que el régimen iraquí amenazaba y podía atacar a nuestro pueblo con armas químicas han acabado", afirma el presidente del KDP, Massud Barsani.
El "ministro del Interior", Faraydun Abdul Kadir, del PUK, no se cansa de asegurar a las personas que ya se han tomado todas las precauciones necesarias para el caso de un ataque iraquí.
Pero las promesas oficiales no pueden soterrar del todo los temores que han llevado durante décadas a las familias kurdas a emigrar. (DPA)