Año CXXXVI
 Nº 49.747
Rosario,
sábado  08 de
febrero de 2003
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El síndrome del nueve
A Veira lo complicaron los delanteros

Montevideo (enviado especial).- No era cuestión de viajar tanto por nada. Por eso, para alivio del cuerpo técnico rojinegro, Walter Gustavo Silvani amaneció ayer muy bien del cuadro gastrointestinal que lo afectó el jueves durante el periplo que trajo a Newell's a esta tierra que acuña tanta historia y estuvo a disposición de Veira. Igual, al Bambino no le fue bien esta semana con los centrodelanteros, ya que a la incertidumbre por su flamante incorporación que tanto había pedido, se sumó la deserción de Martín Echeverría y una molestia en el tobillo que arrastra Lisandro Sacripanti, pero que igual no le impidió jugar anoche.
Sorprendido por la abrupta partida del colombiano Echeverría (quien inclusive decidió dejar el fútbol), las pálidas persiguieron a Veira con sus números "9" ni bien Newell's se acomodó en Montevideo. Silvani había tenido un viaje muy cansador y durante la práctica de ese jueves en el complejo de la Asociación Uruguaya de Fútbol se descompuso, al punto que padeció náuseas y vómitos, aunque no así diarreas, lo que evitó que se produjera un efecto de deshidratación.
El Cuqui estaba tan mal esa noche que se fue a dormir rápido luego de ser medicado por el doctor Ignacio Astore. Y evidentemente lo que necesitaba era dormir bien, ya que ayer se levantó en buenas condiciones, pudo pasear un rato por el shopping Punta Carretas durante el mediodía y le aseguró a Ovacion que el mal rato había pasado.
"El viaje fue terrible para mí. Dormí poco, en el buquebús me mareé un poco y después comimos muy tarde. Por eso cuando fuimos a entrenar me sentí mal y al llegar al hotel me acosté, pero ya estoy bien, se ve que fue sólo eso", explicó. De hecho, ya al mediodía Astore confirmaba que tenía el alta médica para jugar.
Claro que el Bambino ya tenía decidido que no lo haga de entrada, y su lugar lo guardó para Sacripanti. Pero allí también el técnico se mostró un poco preocupado, porque el delantero casildense tenía una molestia en el tobillo derecho, con derrame incluido, y cuando se fue a dormir la siesta pidió una bolsa de hielo para aliviar la zona.
Aunque igual no tuvo inconvenientes a la hora de salir a la cancha, Veira contó ayer con sus dos hombres de área en inferioridad de condiciones (Federico Lagorio se quedó en Rosario), una mueca del éxtasis que vivió el lunes último cuando en el primer entrenamiento en Bella Vista luego de la larga estadía en Mar del Plata se encontró con dos refuerzos fresquitos.


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