Tandil (enviado especial).- Si bien es cierto que los partidos de verano merecen ser mensurados desde un ángulo de observación precaria, este remanido veredicto nunca debe condicionar el ojo analítico a la hora de desempolvar las primeras señales de vida futbolística que entrega un equipo en plena etapa de rigor físico. Hecha la salvedad, la construcción colectiva que ofreció Central en el triunfo ante Gimnasia, y que desembocó en la obtención de la Copa Cuidad de Tandil, aventura la idea que con las piezas que Russo tiene en mente es más fácil armar la coartada para tomar por asalto el descenso.
Esto traducido al papel refuerza la mención de que cuando los canallas se dieron cuenta de sus falencias, se copiaron de otras reacciones y resolvieron un partido apuntalando una expresión de esquema táctico mutante. No caben dudas de que la cara visible del Central que imagina el entrenador es una formación bien movidita, que patrulle con criterio cada zona de la cancha y que sobre todo esté inmunizada de los miedos que genera la tabla de los promedios.
La de ayer fue apenas una prueba piloto que resolvió con autoridad, ya que en el primer tiempo quedó a remolque del plan de Gimnasia más por sus propias imprecisiones que por las bondades del rival. Entonces, buena parte de la intención que había mostrado en los esporádicos contactos con la pelota de Messera y Gustavo rodó escaleras abajo. Ahí el equipo de Ramacciotti plantó bandera con su planteo rudimentario y llegó al gol a través de un cabezazo de Turienzo. Mientras, Central amontaba defecciones en sus tres líneas, que luego supo trocar gracias al ingreso de Delgado.
Por eso en el complemento quebró a Gimnasia. El plan que destrabó la desventaja se gestó a partir de una virtud básica que activaron los canallas para mudar las contrariedades: la capacidad de reacción. El antídoto que pergeñó Russo con el ingreso del Chelito oxigenó los desplazamientos de Figueroa y logró corregir los defectos ofensivos. Precisamente una buena jugada del Chelo motivó que Lucas Bustos le cometiera penal a Lucho y el Loncho Ferrari lo tradujo en gol.
A partir de la igualdad, las llegadas de los triperos quedaron reducidas a la presencia del crónico concubino del fútbol: el error. Primero Fassi madrugó a la defensa de Gimnasia tras un centro del Mellizo (en la semana se practicó esa jugada) y después un desborde de Papa obligó a que Noce lo camiseteara y Pompei cobrara penal para que Ferrari elevara su disparo a la altura del gol que necesitaban los canallas para alzarse con el trofeo.
Por más que se trate apenas de un triunfo de verano, Central pisó tierra firme en el 2003 bajo el efecto de algunas causalidades: la convicción de sentirse preparado para absorber las contingencias que propuso el juego y ejecutar la idea bajo el prisma que quiere su entrenador. Simplemente con eso le alcanzó para que su segunda presentación en el triangular de Tandil se tradujera en la estridencia de un título. Un síntoma alentador que también acompaña para calibrar el funcionamiento pensando en el Clausura.
Síntesis
Central: 3 \Gaona 5 (46' Castellano 5), Talamonti 5, D. Díaz 5, Fassi 6, Ferrari 6, D. Quinteros 5, Cárdenas 5 (56' Papa 6), Gvo. B. Schelotto 6, (83' Acoglanis), Pablo Sánchez 6 (46' Delgado 6), Messera 5 (83' Ruggiero), Figueroa 5. Técnico: M. Russo.
\Gimnasia: 1 \Olave 5, G. Noce 4, Brusco 5, Herner 5 (44' Bustos 5), Castillo 5, Verón 4, Leiva 5, Madrid 4 (75' M. González), Choy González 6 (80' Salazar), Enría 5, Turienzo 5. Técnico: C. Ramacciotti.
\Cancha: Municipal de Tandil. Arbitro: Juan Pablo Pompei.
Goles: 27' Turienzo (G), 61' y 84' Ferrari (RC), ambos de penal, 76' Fassi (RC).
Incidencias: No hubo
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