Las expectativas están ahora puestas a miles de kilómetros de distancia y son muchas. Algunos de estos rosarinos decidieron irse después de muchos años arriba de un colectivo. Otros, en cambio, parten cansados de la desocupación. Ayer estuvieron con La Capital y explicaron el por qué de su nueva vida. Hugo García (50 años): "Mi hermano y mi sobrino están trabajando en España hace un año y fue por intermedio de ellos que conseguimos esta oportunidad. La verdad es que en los 15 años que trabajé como chofer, nunca pensé en irme del país. Pero ahora en la Argentina se es un viejo sin oportunidades a los 35 años, entonces tomé esta decisión. Allá, el trabajo es bueno y sabemos que es una de las empresas más grandes del país. Sé que el desarraigo será muy difícil, porque estar lejos duele. Y lo que más voy a extrañar es a mi nieta". Franco Pasquali (26 años): "En el año 99 fui a España y siempre quise volver. Me voy porque estoy buscando la estabilidad laboral que no tengo. Estudié comercio exterior y además, hablo inglés, italiano y portugués, pero estoy desocupado desde septiembre del año pasado. La decisión es difícil, pero allá espero encontrar no sólo trabajo, sino también la posibilidad de seguir estudiando. Acá con la voluntad de trabajar y estudiar no alcanza. Pero quiero volver a la Argentina en algún momento porque siento que me queda algo pendiente. Me voy dolido, por eso quiero volver y hacer algo en mi país". Manuel Alberto Rodríguez (56 años): "Llevo 35 años en la rueda, como decimos en la jerga, y empecé a los 19 años porque me gustaba. Mi vida está arriba del colectivo. Pasé por la 205, la Saladillo, el Expreso Alberdi y el ex 210. Me voy porque estoy regalando mucha plata, ni siquiera me pagan el aguinaldo y las vacaciones. Este es el último cartucho que tiro porque en diez años más ya sé que me tendré que retirar. Así que lo hago por el bienestar de mi familia, y aunque ya pasé los 50 años, me voy como si fuera un pibe". Jorge Halo Torres (39 años): "Tomé la decisión de irme porque nunca le vi futuro a este país. Trabajé como metalúrgico, comerciante, taxista y hasta como empresario de transporte, pero siempre salí perdiendo. Hace 12 años que soy chofer y lo hice por cuenta propia, con colectivos de servicios de turismo. Hace tres años estoy tramitando la ciudadanía española y no la podía conseguir. Así que cuando me llamaron por teléfono les dije que sí. Y todavía me cuesta creerlo. Mi familia está contenta y, aunque es duro, creo que mis hijos se van a adaptar muy bien. Ahora es un desafío para toda la familia. Esto es lo que siempre soñé: tener un buen trabajo, poder mantenerme, no estar pediente de la inseguridad. Es una vida diferente. Claro que tuve miedo a desilusionarme, pero tengo esperanzas. Creo que nunca voy a volver".
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