Año CXXXVI
 Nº 49.726
Rosario,
sábado  18 de
enero de 2003
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Danilo Staffolarini, un charrúa que juega en Noruega
El ex defensor de Central Córdoba juega en Frigg Oslo, de la segunda noruega

Luis Castro / La Capital

La crisis económica en la que está inmersa la Argentina y la falta de trabajo motiva a los jóvenes -y no tanto- a tomar la drástica decisión de huir del país. Así, médicos, arquitectos, ingenieros y otros sin una profesión definida emigran tratando de encontrar una mejor vida. Los futbolistas no están al margen de esto. Los clubes están empobrecidos y los sueldos son cada vez más bajos. Todo esto incide para que ante la primera propuesta seductora, sobre todo cuando se habla en dólares, nadie dude un instante en aceptar y probar suerte. Y esto es lo que le ocurrió a Danilo Staffolarini, aquel defensor que debutó en Central Córdoba, luego recaló en el humilde Flandria -donde pasó más tristezas que alegrías por sólo 330 pesos- y ahora despunta el vicio en Noruega. Sí, Noruega.
El defensor, de 23 años y nacido en Salto Grande, nunca se imaginó que en la página de su destino estuviese escrito que iba a tener un ofrecimiento de este tipo, en un lugar tan atípico -por lo menos para los argentinos-. "Roberto Pasucci (ex jugador de Boca) me vio jugando en Flandria, me dijo que tenía un contacto en ese país y me preguntó si me gustaría jugar ahí", cuenta en el inicio del relato el jugador que dio sus primeros pasos futbolísticos en Provincial de su ciudad natal y que hoy defiende los colores de Frigg Oslo Fotball Klub. Obviamente, a pesar de las dudas de sus padres, no dudó un instante en aceptar la propuesta.
En Oslo comparte la casa que el club le cedió con José Vázquez, un argentino que hizo las inferiores en River y que había quedado libre. "Sinceramente, no tenía idea sobre Noruega, así que empecé a leer para saber algo. El fútbol está en el cuarto lugar de preferencias. Además, no hay drama como acá cuando perdés. Los que van a la cancha permanecen sentados todo el partido, no hay ningún tipo de presión", añade el stopper de 1,82 metro que no sube a cabecear en los córners porque "soy el más petiso".
Acostumbrado a la vorágine y la pasión con la que se vive el fútbol por estos lares, Staffolarini relata que "todo es distinto, es otro mundo. La educación y la cultura son increíbles. Tan distinto a lo nuestro que los taxis son todos Mercedes Benz".
Lo poco que se puede conocer del fútbol noruego fue por su intervención en algunos mundiales, donde pudo observarse que la clave está en el juego aéreo y la potencia física. "Son todos grandotes. Tratan de jugar con pelotazos al área. No hay jugadores que gambeteen. Además, se juega con lealtad pero muy fuerte", dice.
No todos pueden aclimatarse a un país muy diferente al de origen. Con otra cultura, un idioma complicado y, sobre todo, con intenso frío. En invierno la temperatura llega a 15 grados bajo cero. "Lo más difícil de aguantar es que en verano tenés 20 horas de claridad y 4 de oscuridad. Y en invierno todo lo contrario. Eso es bravo", expresa aún con alegría como si hubiese tocado el cielo con las manos. Porque más allá de lo raro o insólito que pueda ser jugar en este país ubicado en el hemisferio norte, él se siente gratificado por vivir esta increíble experiencia. En un país donde no sufre las peripecias para percibir su sueldo, que es diez veces superior a lo que ganaba en el equipo de Jáuregui.
"Las mujeres son muy lindas, pero el idioma te limita mucho", dice esbozando una sonrisa pero con cierta preocupación a la hora de tocar el tema. Y enseguida aprovecha para narrar que "de los compañeros casados no sé nada de sus vidas y los solteros jamás te invitan a sus casas o a salir para compartir una copa. Son muy cerrados, no te dan cabida para nada. No son malos, pero no te integran".
Como ocurre en cualquier parte del mundo, Argentina se conoce por Maradona y el tango. Y las noticias que arribaron a ese lejano país en los últimos tiempos no eran precisamente agradables. La imagen de la gente matando una vaca o la de los chicos desnutridos de Tucumán aparecieron en todos los medios noruegos.
Después de disfrutar de algunos días de vacaciones junto a su familia, ayer Staffolarini se subió a un avión para regresar a ese remoto lugar. Y en Oslo, en el club de casaca azul y blanca, permanecerá hasta diciembre, fecha en la que se vencerá su contrato. "Ojalá pueda quedarme. Mi intención es jugar en algún equipo de primera. Creo que puedo hacerlo tranquilamente. Allá le pegan todos para arriba. Yo no soy ningún lírico y también puedo hacerlo".
Y así, con el mismo entusiasmo del primer día, se fue a Noruega. A despuntar el vicio y tratar de conseguir un futuro. Ese que en Argentina parecía inalcanzable.



El joven jugador admitió que adaptarse a Noruega fue muy difícil. (Foto: Daniel Carrizo)
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