Alejandro Cachari / La Capital
Mar del Plata (enviado especial). - "Vení Oscar vamos a saltar alternando las piernas. Primero la izquierda y después la derecha. Así, bien Oscar, así se hace. Vamos chicos, vamos". La frase es del profe Weber, sistemática, diaria. "Escuchame Oscar, arrancás vos en el arco. Luciano (Palos) te tira con la mano a la derecha, te venís al medio se la tapás a Lucho (Luciano Pocrnjic) y después me salís a achicar a mí acá. Lo hacemos tres veces. Vamos... Eso es, muy bien, ahora vení acá, achicá, ¡ahhh! qué pelota me sacaste. Bárbaro, lo hacemos dos veces más y después le toca a Luciano". Ahora es Esteban Pogany, en la Villa Marista, entrenando a los arqueros. Hay un protagonista en común: Oscar Fernando Passet. El más veterano del grupo, el primero en todo, el que más habla para ordenar en los picados a sus compañeros. El que quizás debería tomar esto como una etapa superada de su vida, allá está, adelante de todos. "La verdad es que la idea se te cruza", reconoce el arquero cuando se lo consulta sobre los 7 meses de inactividad antes de jugar en Newell's y el pensamiento de dejar el fútbol en ese lapso. "Lo que pasa es que tenía ganas de seguir. Es más, nunca me quedé sin hacer nada porque siempre pensé que la oportunidad iba a llegar". Passet tiene 37 años, fue campeón con San Lorenzo y con River, además atajó en Independiente y en la selección. Nació tatengue y volvió para darle una mano cuando peleaba el descenso y se fue cuando zafó hasta de jugar la promoción. Dice que no es anti-nada; salvo anticolonista, claro. "Eso por culpa de mis amigos, no sabés cómo me gastan por teléfono. Para colmo las últimas veces que fui a jugar con Colón me fue como el culo". Le encantaría volver a jugar con su amigo el Beto Acosta. "Sabés que cuando se mencionó la posibilidad de que viniera a Newell's me ilusioné. Es mi amigo, somos vecinos, hablamos todos los días. Me encantaría para poder disfrutar más de cerca el momento que está viviendo el Beto". Ovacion le roba un rato de siesta al número uno rojinegro, porque en la primera semana de pretemporada se hizo notoria su predisposición para ser el primero en todo. Con efectividad y con un altísimo grado de competitividad. "En realidad puede ser que no me haya llegado la saturación", reflexiona el arquero cuando el prejuicio periodístico le sugiere que después de casi 18 años de profesional puede existir cierto aburguesamiento. "Disfruto mucho del fútbol, siempre disfruté mucho del fútbol. Hoy lo estoy disfrutando a full, desde que llegué. No me molesta ir a entrenar ni las concentraciones ni los viajes. Quizás por eso noten todas las ganas que le pongo". -Además se te nota un alto grado de competitividad hasta en el más sencillo de los ejercicios. -Soy muy competitivo. Aunque sea en broma quiero ganar. Lo tomo con la relajación que merece el juego en un entrenamiento, pero lo quiero ganar. En todo soy así, es una forma de ser. -¿Sufriste mareos de estrella alguna vez? -No, pero llega un momento en el que aparecen cosas que si no las sabés manejar te pueden confundir. Hubo una época en que no paraba de sonar mi teléfono. Era para todos lados. Para la revista que sea, para el programa que sea. Que te invitaban a fiestas y te pagaban para que fueras, para que estés en un casamiento porque el que se casaba era hincha de San Lorenzo. Que el presidente de una empresa quería que le entregues el premio a tal o cual... Eso te confunde, te saca del lugar donde tenés que estar, que es el fútbol.
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