Sandra Cicaré / La Capital
El gobierno de Lula "abre la puerta para una vuelta a la fase industrialista, pero con justicia y equidad", dijo el economista Aldo Ferrer, integrante del Grupo Fénix, quien resaltó que el Mercosur "es el espacio natural de desarrollo" de los países que lo integran. En diálogo con La Capital, el representante del Grupo Fénix explica las perspectivas del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT). -¿Es factible que Lula concrete su idea de reflotar el Mercosur? ¿Cuál es la conveniencia de esto para la Argentina? -Creo que es factible porque es el espacio natural del desarrollo de los países de la región. Esto implica poder ampliar el mercado, una fuente de recursos naturales diversos y la posibilidad de desarrollar infraestructura (transporte, servicios) para crear un espacio competitivo gigantesco. De todos modos, el Mercosur tiene las limitaciones propias de los países que lo integran. Los de Brasil, con su gran deuda externa, con los problemas de lento crecimiento y las grandes diferencias sociales. Estos son obstáculos tanto para ese país como para el bloque. Lo mismo sucede con la Argentina, que ahora está enfrascada en el problema de crecimiento y en la superación del derrumbe de las políticas neoliberales. Sucede entonces que, como los países están absorbidos por su agenda interna es poco posible desarrollar la agenda de integración. Pero, sin duda, el Mercosur es el espacio natural y la resolución de los problemas actuales dependerá de la resolución de los propios problemas de los países miembro. -¿Hay consenso para eso? -La voluntad política existe. Lula fue claro en ese sentido y creo que en general que hay consensos políticos en Argentina por parte de un segmento muy amplio. -En el país también existe un sector pro Alca. -Creo que hay un predominio de la prioridad estratégica del Mercosur, lo que me parece realista, por otra parte. Porque la asociación de un país subdesarrollado con una alta potencia como Estados Unidos implica consolidar a largo plazo el subdesarrollo y la dependencia. Para establecer con EEUU una relación seria es preciso que el país establezca su propia prioridad de desarrollo y aquí es donde cumple su papel el Mercosur. De otro modo, se da una adhesión incondicional que ya la vivimos en la década pasada y así terminamos. La renuncia al destino nacional es siempre un pasaporte al atraso y al subdesarrollo. Nosotros lo vivimos y por lo tanto, es bueno intentar algo distinto. -¿Podrá el gobierno de Lula sostener la alianza con los empresarios que lo llevaron al poder? -Creo que éste es el gran desafío político de Lula y su gobierno, cómo logra las convergencias necesarias para consensuar las pugnas internas. Mucho más en un país donde hay una gran concentración de poder y riqueza. El desafío es cómo hacer para conciliar los grupos hegemónicos y la política participativa. Lula confía en la lucidez de los grupos dirigentes para que permitan lograr el crecimiento con equidad. Esto lo tendrá que probar la historia. Tiene chances de que le vaya bien. Hasta ahora fueron enunciados pero ahora empieza la verdad. De todos modos, las promesas fueron muy sólidas, ahora hay que verlas. -¿Con el triunfo del Lula se puede pensar en una vuelta al industrialismo? -Pienso que sí. Sólo que la diferencia con lo que fue la fase industrialista previa es que ahora se incorpora la dimensión social, la equidad y la justicia. Porque como dijo Lula en su discurso inaugural, en diversas etapas históricas nunca se resolvió el problema del hambre. La idea no es volver al pasado ni a modelos que fueron de otra época sino a la industrialización con tecnología pero también con equidad.
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