Año CXXXVI
 Nº 49.712
Rosario,
sábado  04 de
enero de 2003
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Violó una prohibición judicial para manejar y terminó preso
No podía conducir por 5 años. Por eso la pena en suspenso que recibió se convirtió en efectiva

La Cámara Penal de Rosario confirmó la condena a prisión efectiva contra un hombre que estaba inhabilitado judicialmente para manejar vehículos y quebrantó esa disposición. Según el fallo unánime de tres camaristas, el condenado deberá cumplir una pena de trece meses en prisión.
Magistrados y funcionarios del Poder Judicial dijeron a La Capital que se trata de una conducta mucho más frecuente de lo que blanquean los expedientes que se tramitan en los Tribunales. "Como no existe un organismo nacional que expida las licencias para manejar, resulta relativamente fácil para los conductores violar la inhabilitación", explicaron.
Basta con conseguir otro carné para burlar los controles y circular con libertad. Así, sólo el azar o algún acontecimiento puntual permiten ocasionalmente a las autoridades detectar a los infractores.
Este caso involucra a un hombre de 69 años previamente condenado a una pena de prisión en suspenso porque se lo consideró responsable de la muerte de otra persona en un accidente de tránsito. Esta sanción condicional era por un año pero tenía como pena adicional la inhabilitación para manejar por cinco años.
Tanto la condena a prisión en suspenso como la prohibición de conducir estaban plenamente vigentes cuando al hombre lo encontraron manejando en la localidad donde reside, muy cerca de Rosario. Por eso le iniciaron un nuevo proceso judicial, en el que terminó nuevamente condenado.
El fallo en primera instancia lo produjo el juez correccional Juan José Alarcón pero luego la defensa apeló y en diciembre la Sala II de la Cámara Penal lo ratificó. Firmaron la sentencia los camaristas Ernesto Pangia, Eduardo Sorrentino y Alberto Bernardini.

No podía pero tenía carné
Para los jueces el hombre actuó con premeditación y uno de los indicios en ese sentido surgió de un hecho descubierto por los investigadores durante la instrucción del caso: un día antes de notificarse del primer fallo fue hasta otro pueblo, distante del suyo, y con la excusa de que lo había extraviado consiguió que le entregaran un nuevo carné. Pero al día siguiente entregó a la justicia el que le habían extendido en su propio pueblo, es decir el mismo que supuestamente había perdido. De esta manera, si alguien se lo pedía, podría mostrar un carné que lo habilitaba para manejar libremente.
Una vez que lo descubrieron el hombre intentó explicar su conducta alegando un supuesto estado de necesidad: dijo que como estaba enfermo y había sufrido una recaída repentina, tomó el auto de su hija para ir hasta su casa, a cinco cuadras, en busca de sus medicamentos. Según él, en ese momento se sintió "mareado y descompuesto", un argumento que finalmente se convertiría en un bumerán.
Es que, para los jueces intervinientes, en caso de haber existido ese mareo es todavía más claro que no debía manejar porque de ese modo ponía en riesgo la vida de terceros.
La conclusión a la que arribaron los magistrados es que se trató de una excusa y que el hombre simplemente quebrantó la inhabilitación. Cometió así un nuevo delito, que dejó sin efecto la condicionalidad de la pena de prisión que le aplicaron antes.



El juez Ernesto Pangia que entiende en la causa.
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