Washington. - El presidente estadounidense, George W. Bush, recibe cada vez más críticas por su respuesta a la reactivación del programa nuclear de Corea del Norte. La oposición demócrata afirma que la Casa Blanca está tan obsesionada con Irak que no es capaz de enfrentar un peligro aún mayor en el este de Asia. Por primera vez desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 y gracias al desafío nuclear norcoreano, la política exterior del gobierno estadounidense está siendo sometida a debate interno. Esto podría significar que Bush ha perdido la invencibilidad en todo lo referente al manejo de la política exterior de la que gozó hasta ahora, justo antes del comienzo inoficial de la campaña electoral para los comicios de 2004.
Las críticas demócratas afirman que EEUU debería dar más tiempo a los inspectores de armas de la ONU para investigar los arsenales iraquíes y ocuparse entre tanto de Corea del Norte, que representa un peligro más inmediato para los aliados surcoreanos y japoneses.
Los demócratas también argumentan que la política "preventiva", anunciada por Bush como el principio guía de su política exterior carecerá de credibilidad si no es aplicada en el caso norcoreano. "Las amenazas de Corea del Norte y del terrorismo internacional son más inminentes que la de Irak", dijo Warren Christopher, ex secretario de Estado del primer gobierno de Bill Clinton.
Desequilibrio de poder
Leon Fuerth, asesor en política exterior del ex vicepresidente Al Gore, advirtió que el cambio de actitud de Pyongyang pone en peligro el equilibrio de poder en Asia oriental. "Si Bush negocia, dará a entender que la forma de recibir la atención respetuosa de su gobierno es el chantaje", dijo Fuerth. "Si no puede detener el programa nuclear de Corea, la única solución efectiva sería la acción militar".
El gobierno de Bush justifica su confianza en los esfuerzos diplomáticos subrayando que el conflicto con Corea del Norte no significa una crisis inminente en la Península Coreana. Su curioso argumento señala que, ya que Pyongyang tiene en su poder dos o tres bombas nucleares, no habrá gran diferencia si fabrica algunas más.
Los movimientos de Bush también están limitados por las diferencias con Corea del Sur, cuyo presidente electo prometió en la campaña un mayor acercamiento con los vecinos comunistas del norte. Además está China, el poderoso aliado norcoreano. Por el momento, Bush se conforma con sumar a estos países, junto a Japón y Rusia, para presionar a Norcorea.
Bush y su secretario de Estado, Colin Powell, son por otra parte apoyados por quienes consideran que el líder norcoreano, Kim Jong Il, intenta provocar a Washington para obtener concesiones.
Pero también hay críticas desde la derecha. William Safire, que suele criticar al Departamento de Estado desde el New York Times, asegura que si Washington hubiera emprendido ya su ofensiva contra Saddam, Corea del Norte no se habría atrevido a desafiar a la comunidad internacional para "renovar su chantaje". (DPA