Alberto Serra
El Independencia tiene dos cosas muy particulares. Una, no tiene photochart. La otra es que sus instalaciones se han convertido en tierra de nadie. ¿Por qué? Porque se está dando la curiosa situación de que nadie es responsable del tattersall. Es como si fuera una plaza o un parque, aunque sin guardián. Hace algunos años, luego de largas negociaciones con las autoridades municipales tendientes a disminuir todo lo posible el canon que paga el Jockey Club por el alquiler de las valiosas hectáreas que ocupa, aceptaron la devolución del predio. Insólitamente porque la onda vigente en el país y en el mundo es privatizar los servicios y en este caso el doctor Binner -mal aconsejado, sin duda- hizo todo lo contrario. Mal aconsejado, porque en época de crisis no tenía por qué hacerse cargo de un enorme establo que durante casi un siglo fue administrado, sin chistar, por quien lo necesita imperiosamente para desarrollar su actividad, es decir el Jockey Club. Sin tattersall, no hay caballos para correr las carreras. Más aún, en épocas de vacas gordas, la entidad llegó a alquilar por largos períodos algunas instalaciones de la Sociedad Rural, calle por medio del hipódromo, para alojar allí a s.p.c que no tenían cabida en el millar de boxes que por entonces tenía el Independencia. Vencido el convenio, la Municipalidad quiso devolverlo. Pero hete aquí que Mario Araya y sus pares decidieron no hacerse cargo y ahora quedaron a la buena de Dios. No hay un responsable. Cada cuidador trata de mantener lo mejor posible el sector que ocupa en los pabellones y algunos dejan algún sereno nocturno para que cuide los boxes. El Jockey Club es responsable de las dos pistas (el ISEF, que ocupa la superficie del antiguo sector de las populares hasta el paredón del tattersall viejo), y del sector del paddock hacia Oroño, incluyendo los pabellones del tattersall más nuevo ubicado cerca del tradicional boulevard rosarino. "Tierra de nadie". Ultimamente han habido varios robos, algunos llamativos. Una mañana se comprobó la falta de dos televisores. En otra ocasión, un capataz sorprendió a personas que con un carro estaban tratando de repetir el robo. Se supo también del robo de dos trailers (ver policiales) que estaban estacionados dentro del sector tattersall. Estos vehículos vienen en víspera de alguna reunión, trayendo algún participante del interior que es alojado allí. Otra perla: un vecino del hipódromo, para no dejar su automóvil en la vía pública, optó por guardarlo en terrenos del tattersall, creyendo que estaría más resguardado. Pero una mañana entró a buscar su auto, como todos los días, y se encontró que el mismo estaba montado sobre tacos y le faltaban las cuatro ruedas. También sabemos que ante la falta de seguridad a los profesionales le han sustraídos varios elementos, a tal punto que se llevaron una computadora y televisores que eran del personal. Pero prosiguieron los robos cuando a un cuidador hace poco días iba a pagar la quincena de los peones. Como era un fin de semana los sobres fueron trasladados por su capataz y a punta de pistola fue interceptado por estos malvivientes a la entrada del tattersall. Lo cierto es que el tattersall es tierra de nadie y el Jockey Club mira para otro lado. En el country se dispone de varios vigiladores nocturnos para proteger sus instalaciones. Como decía un veterano cuidador, "las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas".
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