Año CXXXVI
 Nº 49.708
Rosario,
domingo  29 de
diciembre de 2002
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Descubren errores e irregularidades en una investigación
Estuvo preso un año por un robo del que acusan a su hermano menor
Los familiares de los presos aportaron datos decisivos. El caso se aclaró en un juzgado de sentencia

Jorge Salum / La Capital

Esta es una historia de equívocos, algunos de ellos casi inverosímiles. Por el increíble error inicial de una investigación policial sumamente irregular, un muchacho inocente pudo ir preso. Por el mismo error, otro joven fue detenido y estuvo casi un año entre rejas aún siendo inocente. Todo ocurrió así simplemente porque la víctima de un robo a mano armada lo señaló como el supuesto autor del hecho. Pero lo más increíble sucedió después: fueron los propios familiares del acusado quienes introdujeron en la investigación los datos sobre quien sería el verdadero autor del atraco. No era un extraño sino el hermano menor del que estuvo un año bajo arresto, con quien tiene un parecido físico increíble.
La historia comenzó cuando Héctor C. y Paola A. fueron asaltados en la calle por dos sujetos y amenazados con una escopeta, el 23 de febrero de este año. Poco después, la joven contó lo ocurrido a su madre y le dijo que conocía a uno de los asaltantes porque habían sido compañeros en la escuela primaria en un barrio donde ya no vivían. Entonces sucedió el primer acontecimiento increíble de una causa que luego registraría otros.
La mujer dio por sentado que se trataría de un determinado sujeto y se lo dijo al Comando Radioeléctrico. Sin ninguna investigación previa, sin autorización judicial y con la intuición de la madre de la víctima como único indicio, policías y víctimas fueron hasta la casa del sospechoso. Allí hicieron un reconocimiento tan increíble como irregular: preguntaron por él y ni bien la chica a la que habían asaltado lo vio, dijo que no era el ladrón. Para este chico fue como sacarse la lotería.

Insistencia
Empeñada en hallar por su cuenta al ladrón, la madre de la víctima dijo que entonces debía tratarse de otro viejo conocido de su hija de la época escolar. A la chica la llevaron a la comisaría 15ª y le mostraron unos álbumes fotográficos. Allí supuestamente reconoció al asaltante, el que señaló su madre, quien fue detenido y acusado de robo a mano armada.
Ni bien lo interrogaron, el reo juró su inocencia. "Me vieron en la calle y me llevaron", dijo en un juzgado. Su defensor, el abogado Rafael Tamous, inició entonces una pesquisa en el barrio donde ocurrió el atraco y así logró asociar el hecho con un dato que llamó su atención: en la misma época, y en la misma zona, se registró otro robo de características similares, cometido por dos sujetos que adoptaron idéntico modus operandi. Uno de los detalles distintivos del episodio es que los ladrones circulaban en una bicicleta, y el otro -todavía más revelador- es que amedrentaban a las víctimas callejeras con una escopeta.
El abogado supo al poco tiempo quién era el autor del segundo hecho porque lo contrataron para defenderlo. Su identidad es otro de los detalles asombrosos de esta increíble causa: es el hermano del anterior detenido y como tiene menos de 18 años quedó a cargo de un juez de Menores. Otro dato increíble es que fueron sus propios familiares, incluso los más directos, quienes le dijeron al abogado que podía tratarse del autor del robo por el que acusaban a su hermano, que ya es mayor y por eso estaba bajo arresto.
Tamous intentó convencer entonces a la jueza de Instrucción Carina Lurati que hiciera una rueda de reconocimiento con las víctimas del primer atraco, convencido de que el equívoco quedaría así al descubierto.
Para el abogado, la víctima estaba confundida por el increíble parecido entre ambos hermanos y en la rueda de presos debía estar el menor. Pero en el juzgado creyeron que era una estrategia, típica de los delincuentes y muchas veces de los propios abogados, destinada a acusar a aquel que no quedaría preso porque todavía no había cumplido 18 años.

Procesado
La causa siguió su curso y el supuesto ladrón, es decir el mayor de los hermanos, fue procesado. Después comenzó el juicio y finalmente el juez José María Casas aceptó practicar un reconocimiento en rueda de personas con la presencia del menor. Recién entonces esta prolongada historia de enredos comenzó a aclararse: la joven dudó un poco pero finalmente reconoció al más chico de los hermanos y hasta lo identificó por su sobrenombre. El caso estaba resuelto.
Además de criticar la "torpe inteligencia previa" practicada por la policía, cuando permitió que la madre de la víctima armara un reconocimiento ilegal en la casa de alguien a quien ella marcó como sospechoso, el juez Casas absolvió al primero de los acusados en el caso y envió copia del sumario al juez de Menores que investigaba al hermano. El acusado quedó libre hace algunos días. Había pasado casi un año en prisión acusado de un hecho que no había cometido.



(Ilustración: Chachi Verona)
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