El trabajo de los oficiales consulares de Estados Unidos "es fascinante", aseguró Mitchell Moss, quien explicó que la tarea le permitía "conocer toda la trama social de esta Nación". "Esta es una tarea muy compleja, en la que no nos basamos en los documentos que nos exhiben ya que no podemos saber, por ejemplo, cuánto vale la propiedad que nos muestran con un título", dijo. Sin embargo, el funcionario norteamericano explicó que contaban con todos los pasaportes anteriores que lleva el peticionante y los datos que vuelca en el extenso formulario que debe llenar, para tomar la decisión. Pero destacó que "no hay un sueldo único bajo el cual rechazamos el visado, sino una pregunta que nos hacemos y se la planteamos al visitante". Sobre la clase de gente que pide visa para ir a los EEUU, dijo que eran "de todas las clases sociales. Productores de Chubut, estudiantes y docentes de 20 años de carrera". Recordó que no hace mucho otorgó visa a un remisero que dijo que "quería pasar su luna de miel en Miami, pero al llegar al aeropuerto estaba solo, era soltero y sólo tenía 400 dólares en su bolsillo por lo que lo rechazaron. Era un trucho", precisó. "La ley presume que todo solicitante de visa turística tiene la intención de emigrar a los Estados Unidos y debe probar lazos que lo obliguen a regresar a la Argentina", explicó el vicecónsul. En este sentido, destacó también que "la ley exige que ante la duda el oficial rechace la visa", aunque aclaró que "el rechazo no es permanente cuando cambie su solicitud personal". "Los criterios son universales y dependen del individuo: lo que cuenta es la intención del solicitante. Tenemos que basar la decisión en criterios que sean objetivos, pero igual todo es bastante subjetivo", opinó Moss. No obstante, aclaró también que "no hay ningún monto salarial bajo el cual no vamos a dar la visa" y citó el ejemplo de docentes con 20 años de antigüedad, hijos y nietos que "no se van a quedar en los Estados Unidos".
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