Año CXXXVI
 Nº 49.688
Rosario,
martes  10 de
diciembre de 2002
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Hóckey. Argentina campeón
La llegada a Ezeiza, entre el festejo y el desborde
Pese al extenuante viaje, las chicas siempre mostraron su buena onda

Rodolfo Montes / Ovación

Desbordantes de alegría, todas portando victoriosas sonrisas que les encendían sus rostros y las medallas doradas colgando de su cuello, Las Leonas campeonas mundiales de hockey sobre césped llegaron de vuelta a casa, después de lograr la mejor performance histórica de ese deporte. El viaje desde Australia fue demasiado largo, pero, ayer por la tarde, ninguna Leona estuvo cansada ni desmotivada a la hora del encuentro con la hinchada que se llegó hasta el aeropuerto de Ezeiza a recibirlas y venerarlas.
Audaces, directas, auténticas campeonas, sin ninguna pose, llegaron Las Leonas rugiendo personalidad y gritando su enorme triunfo. Un cronista les señaló, algo tímido, que habían puesto eso que hay que poner, y ellas le contestaron: "Querés decir que pusimos huevos, sí pusimos huevos y por eso ganamos". El cronista ya no volvió a preguntar.
Tampoco descuidaron los detalles y se presentaron ante su público y la prensa, prolijamente vestidas de jugadoras, como para salir otra vez a la cancha. Aunque esta vez para tratar de explicar la emoción y compartir cómo es eso de estar en cima mundial del hockey. Pero hubo tanta pasión contenida, tanto deseo del público por apropiarse del momento y tan precaria organización para el trabajo de la prensa, que todo terminó en avalancha y fuga de Leonas acosadas. Un grupo de familiares de las jugadoras, entre tanto, resistió en medio de un desagradable caos haciendo un cerco protector de bolsos y pertenencias de las viajeras. Para evitar los robos, que a esa altura se intuían en el ambiente.
La experimentada capitana Karina Masotta fue la primera en aparecer de cara a la fallida conferencia de prensa, agitando la Copa del Mundo con las dos manos sobre su cabeza. Cuando dejó de saltar y festejar, se sentó, y ya más tranquila alcanzó a decir: "No se sale campeón todos los días". Después vaticinó que el hockey en la Argentina va a seguir creciendo.
También hubo intervenciones de Inés Arrondo y Cecilia Rognoni, quién señaló: "Fuimos a ganar el mundial, la prensa nos puso presión y nosotras lo transformamos en un desafío". La ganadora del premio a la mejor jugadora del mundo en el 2002, del barrio de Villa Urquiza de la Capital Federal, dijo que sin las compañeras su premio no vale nada. "Todas somos mejores jugadoras del mundo", lanzó en medio aplausos y algarabía. Todo en un clima donde se mezclaron la vocación de la prensa por trabajar, con la emoción de las madres pretendiendo besar a sus hijas campeonas, y parte del público fanatizado que se filtró en el lugar para cazar sin más trámite a alguna de sus nuevas estrellas.
Por lo demás, el millar de personas que no habían logrado hasta entonces entrar al sector de cabotaje del espigón A de Ezeiza, improvisado para la conferencia de prensa, peleaban cuerpo a cuerpo con los pocos guardias que trataron de evitar lo inevitable. Hasta que un inesperado guiño de Rognoni al grito de "¡Vamos la hinchada!", terminó de disparar el desborde. Enseguida una corta sesión de cantitos de cancha de fútbol con las jugadoras gozando su doble condición de hinchas y protagonistas, mezcladas con la gente sin medir demasiado lo que se venía. Y luego el escape traumático hasta la pista, y la intervención de la Policía Aeronáutica para protegerlas. Y casi nada más. Un final innecesario, un clásico argentino, donde la pasión excesiva por los ídolos desborda y todo se transforma en una gran estupidez.



La copa y un ramo de flores para Las Leonas campeonas.
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