Elbio Evangeliste / Ovación
Un día de locura. Ese es el título que cualquier cineasta le pondría a su filme si como base de la historia hubiera tomado la llegada de Las Leonas rosarinas al aeropuerto internacional de Fisherton. Es que como el seleccionado argentino de hockey sobre césped despierta cada vez más interés a nivel nacional, en Rosario, Luciana Aymar y Ayelén Stepnik hacen vibrar en cada regreso a su ciudad natal. La ansiedad por ver, tocar, o tan sólo estar cerca de las campeonas mundiales fue el gran objetivo de las más de 200 personas que dijeron presente en el aeropuerto. Con mucha calma (nada que ver con lo ocurrido horas antes en Ezeiza), familiares, amigos y, porqué no, gente que no tiene ninguna relación con Lucha y Ayelén, brindaron un marco importante en la llegada de sus ídolas. Hasta media hora antes de que el vuelo 5616 de AeroVip tocara suelo rosarino el clima era de mucha tranquilidad, el panorama que se vivía no distaba de una jornada normal en la aeroestación. Pero en cosa de segundos la historia cambió. Aquel aspecto desolador que brindaba el aeropuerto trocó en una buena cantidad de personas que no quisieron quedarse afuera de los festejos. Y el murmullo fue cada vez mayor, obviamente acompañado por el grito de "Dale campeón", que emanaba de las gargantas de las compañeras de equipo (Universitario y Jockey Club) de Las Leonas. Hasta que a las 20.37 las luces del avión que transportaba a las campeonas comenzaron a hacerse cada vez más visibles. Ese fue el punto de partida de la locura. Porque a los pocos minutos Lucha y Ayelén hicieron si ingreso en el hall central y mientras se emocionaban en el momento en que sus padres y hermanos las abrazaban, el grito desde el segundo piso se tornaba cada vez más ensordecedor. Con la indumentaria típica de un partido y, obviamente, con las medallas doradas como estandartes, Las Leonas se encaminaron hacia la sala de conferencia de prensa armada para la ocasión, tratando de zafar no sólo de los apretujones, sino también de la insistencia de los medios de comunicación presentes. Después de algunos minutos frente a los grabadores, dos de las discípulas de Cahito Vigil subieron al autobomba que las estaba aguardando para emprender el tan deseado camino a casa. Lucha y Ayelén, dos Leonas de ley habían recibido el tributo que merecían.
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