Como ocurriera con la llegada de Luciana y Ayelén de los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 (fueron subcampeonas), ayer también sus allegados se encargaron de cumplir con el rito del autobomba. De esa manera Las Leonas fueron transportadas hacia el centro de la ciudad, acompañadas por una buena cantidad de automóviles. Sin dudas ese fue el momento más emotivo del recibimiento, ya que no sólo los que se dieron una vuelta por el aeropuerto las acompañaron a puro bocinazo, sino también porque en el trayecto la gente se unió a los cánticos. La primera parada fue en Córdoba y Wilde, donde el autobomba se detuvo para dejar a Luciana Aymar. Y poco les importó a los acompañantes parase en el medio de la calle y detener el tránsito. Es que nadie quería quedarse afuera de la fiesta. Pero todavía había más. Con Ayelén en el techo del llamativo transporte la caravana siguió su curso hasta el club Universitario, rompiendo con la monotonía que brinda a diario la ciudad. Y con la mediocampista del seleccionado argentino respondiendo con los brazos en alto a las felicitaciones que partían desde las veredas, las bares, las pizzerías, las estaciones de servicios, los balcones y de cada uno de los lugares donde había un rosarino ansioso de formar parte de la caravana de la felicidad.
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