Quizás para encontrar una respuesta haya que recurrir a los especialistas en psicología. Una de las hipótesis que se maneja es que el marco los haya superado. El puñado de cargas emocionales que les tocó vivir en estos días también jugó su papel porque los sacó de contexto por completo. Los chicos de la octava de Central dejaron ayer una imagen fantasmal ante Boca. Y no sólo porque los xeneizes los golearon por 4 a 0 en la final del Clausura, que además le sirvió al rival para retener el cetro que habían conseguido en el Apertura, sino porque los canallas estuvieron prácticamente ausentes. Otra de las suposiciones es que probablemente la presión por querer ganar los haya devorado por completo. Bajo este panorama terminaron los dirigidos por Alberto Hijitus Gómez, aunque más allá del resultado final llegaron más lejos de lo que muchos suponían.
A los pibes de Central les tocó vivir una de las etapas más difíciles para cualquier aprendiz. Porque el hecho de poder disputar un cotejo por la vuelta olímpica en su segunda temporada en los campeonatos de AFA no es poca cosa.
A eso hay que sumarle que por primera vez supieron de qué se trata una concentración y estar en un hotel lujoso descansando y alimentándose como profesionales. En este sentido, para ellos estos últimos dos días fueron atípicos.
En cuanto al plano futbolístico se refiere, cabe destacar la excelente performance xeneize porque desde que empezó a rodar la pelota se fijaron como meta el arco contrario. Y ese objetivo le salió redondo.
Porque mientras los jugadores aún no se habían terminado de acomodar en la cancha, Boca inauguró el marcador. ¿El autor? El hábil volante Matías Navarrete, quien madrugó a toda la defensa canalla.
Central comenzaba a mostrar algunos signos de impotencia. Fue entonces que la última línea ofreció todo tipo de ventajas. En el mediocampo parecía que cada uno de los buenos volantes canallas hablaba en distintos idiomas. Como rara vez ocurrió en este torneo.
Todo hacía suponer que el sueño sería sólo pasajero, pero finalmente se transformó en pesadilla. Y no porque haya sido culpa de los chicos de Central, sino porque la realidad los superó por completo. Además, el rival, como buen especulador compró todas las ofertas que se le presentaron. Y así fueron llegando los goles.
El segundo grito se produjo prácticamente cuando estaban saliendo de la cancha rumbo a la zona de los vestuarios. Ese tanto fue letal.
Boca generó muchas chances más. El 2-0 fue exiguo porque pegó tres tiros en los palos. Además le hizo pasar varios sofocones a los zagueros canallas.
En la segunda mitad se vio más de lo mismo. Central siguió sin reaccionar y el delantero y goleador Artura elevó la suma hasta llegar a cuatro. De esa manera Boca retuvo el título y dejó a Central con las ilusiones hechas añicos.