Con el desplazamiento de Paul O'Neill y de su jefe de asesores económicos, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, comenzó la reestructuración de su gabinete de cara a pelear la reelección en 2004. Un funcionario del gobierno dijo que O'Neill renunció "por petición de la Casa Blanca". Funcionarios de la Casa Blanca indicaron que O'Neill y Lindsey serán reemplazados por expertos económicos con estrechos vínculos con Wall Street, que puedan comunicar mejor a los mercados los detalles de la política económica del gobierno. La reestructuración parece enfocada a vacunar a la Casa Blanca contra lo que podría ser una vulnerabilidad clave durante el período de aproximación a las elecciones presidenciales del 2004: la opinión pública de que la tambaleante economía no está manejada por manos expertas. Una posible señal de que la búsqueda de los nuevos funcionarios ya comenzó fue que Bush se reunió en privado el mes pasado con el experto en presupuesto John Cogan quien ejerció como asesor en la campaña presidencial del 2000. La última prueba de que la economía necesita ayuda apareció el viernes, cuando el gobierno anunció que la tasa de desempleo saltó en noviembre a 6%, desde un 5,7% en octubre, después de que 40.000 estadounidenses perdieran sus empleos. El anuncio del desempleo provocó una caída inmediata en la Bolsa que, sin embargo, se recuperó tras los anuncios de las renuncias de O'Neill y Lindsey, aparentemente porque los inversores interpretaron que los cambios auguran un paquete de estímulos más dinámicos. O'Neill, que cumplió 67 años el miércoles, era considerado por los economistas como alguien con un sustento político relativamente sólido, pero la semana pasada tuvo un hermético encuentro con Bush. Allí e habría decidido el alejamiento. Ante su renuncia, los operadores e inversores de os mercados financieros parecían estar más aliviados. Al mejor estilo de la Argentina, O'Neill se peleó este año en público con las autoridades del FMI y del Banco Mundial por considerar que las estimaciones de esos organismos sobre la economía norteamericana eran demasiado pesimistas. El funcionario confiaba en que el año próximo ese país iniciaría el camino de la recuperación, apoyada por la expansión del gasto en el sector de defensa. Pero no alcanzó. El informe del empleo de noviembre, fue lapidario.
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