El desequilibrio en la distribución de las riquezas, disparado por la caída de la industrialización y la falta de desarrollo de los últimos años, ha desembocado en una subida espectacular de los índices de familias con sus necesidades básicas insatisfechas. La tendencia determinó que, en Rosario, con 1.119.758 habitantes censados en 2001, alrededor de 500 mil personas no cubran su sustento diario, según parámetros de la canasta familiar básica total, de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (Indec).
Estudios recientes de varios especialistas muestran que durante la primera mitad de los 90, en Santa Fe se registró un fuerte crecimiento a nivel del PBI, que corrió en forma paralela a una marcada reducción (del 20,8 por ciento) en el número de establecimientos industriales y de una disminución del 24,4 en el empleo industrial entre 1985 y 1994. Hubo un crecimiento de la producción con menos fábricas y menos empleados.
La dicotomía se acentúa puesto que en la provincia mientras en los últimos diez años se duplicaron las cosechas, pero también creció la cantidad de pobres. El desequilibrio productivo y demográfico se puso de manifiesto con mayor crudeza ya que el PBI santafesino mostró un marcado dinamismo, superior al crecimiento industrial nacional. Sin embargo, estructuralmente no se correspondió porque contemporáneamente se cerraron numerosos establecimientos industriales, lo que determinó una supresión en cascada de fuentes de trabajo.
Nueva categoría de pobres
Gustavo Peretti, investigador de la Universidad Nacional del Litoral e integrante del Departamento de Geografía de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL, sostiene que durante los 90 se produce una heterogeneización de la pobreza, en cuanto a un espectacular aumento de una nueva categoría de pobres y a su distribución territorial. El especialista indicó a La Capital que se produce un gran incremento de los llamados nuevos pobres, que se explica no por condiciones de pobreza de tipo estructural sino por una caída en los ingresos y una distribución cada vez más regresiva de los mismos.
En cuanto a los pobres estructurales, precisó que a pesar de que algunos indicadores manifiestan una disminución de los mismos, básicamente por la implementación de planes de vivienda, éstos integran el llamado "núcleo duro de la pobreza", donde se dan mecanismos de transmisión intergeneracional de la pobreza con pautas culturales muy fuertes, que redundan en muy escasas posibilidades de ascenso social.
En todo el territorio, la pobreza deja de ser sólo una manifestación de los ámbitos rurales y en los grandes aglomerados de la provincia -Rosario y Santa Fe- y aun en ciudades medianas y pequeñas se hace presente con fuerza.
La pobreza y el comportamiento del mercado de trabajo se encuentran vinculados con los movimientos poblacionales. En este sentido, la provincia de Santa Fe manifestó un saldo migratorio negativo de 130 mil habitantes. Se podría mencionar como posible causa de la pérdida poblacional al deterioro del tejido industrial provincial, cuyas principales manifestaciones redundan en una disminución en el número de establecimientos industriales y del consiguiente empleo industrial, a pesar de que se produce en la década del 90 un aumento en la productividad.
Del campo a la ciudad
Peretti concluye que cientos de familias huyen por el hambre y la miseria desde zonas rurales potencialmente ricas a deprimidos aglomerados urbanos saturados de demanda alimentaria y laboral. Es el camino seguido por tantos pequeños productores obligados por el desalojo, por incumplimientos impositivos o de rentas, y sujetos a ejecuciones y remates por deudas con sus consecuentes pérdidas de tierras, animales y maquinarias, que en algunos casos son directas víctimas de manejos espurios desde espacios de poder económico de perfil terrateniente.
En un foro internacional sobre la alimentación que se realizó este año en Italia, el secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Nación, Rafael Delpech, sostuvo ante funcionarios, especialistas y empresarios de todo el mundo que la posibilidad de una salida a la difícil coyuntura nacional está en la exportación de alimentos, ya que es la "primera industria del país y la principal fuente de divisas".
Los datos demuestran por qué: Argentina es el quinto exportador de alimentos en el mundo gracias a ocupar el primer lugar en las exportaciones de aceite, pellets de soja y girasol, limones, miel, peras y manzanas.
"Las restricciones impuestas en el ámbito internacional para la comercialización de nuestros productos constituyen un impedimento al desarrollo sustentable de nuestra economía", sostuvo el secretario y pidió la liberalización real del comercio internacional.
En ese marco, diferentes especialistas coinciden en la necesidad de revertir el éxodo rural y la integración de diversos sectores de la sociedad en un plan de acción para la emergencia y el crecimiento que implique un cambio del modelo de producción.