Año CXXXVI
 Nº 49.683
Rosario,
miércoles  04 de
diciembre de 2002
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Sumario "armado" en una seccional y desarmado en Tribunales
El increíble caso del sordomudo que pudo hablar en la comisaría
Un ataque casi mortal en un boliche quedaba aclarado por el relato de un testigo. Pero cuando el juez lo citó constató que no hablaba. Ahora investigan a policías

Jorge Salum / La Capital

La declaración del testigo "D" no dejaba dudas: su relato lo situaba en el lugar exacto donde hirieron de una puñalada a un chico de 14 años y contaba con detalles cómo fue la agresión casi mortal en medio de un boliche bailable. Pero había algo que no cerraba: el testigo "D" es sordo, no habla y apenas si puede responder con monosílabos ("Sí o no") a cuestiones elementales.
Cuando en el juzgado que intervino en el caso intuyeron lo que había ocurrido, el juez a cargo de la investigación pidió unas pericias para corroborar las sospechas. Así se supo que el testigo "D" jamás pudo haber declarado todo lo que supuestamente dijo en una comisaría por una cuestión muy simple: es sordomudo.
El descubrimiento no sólo favoreció a un detenido al que acusaban por el hecho. Después de arribar a la conclusión de que el testigo "D" no pudo brindar un relato tan detallado de lo que supuestamente vio, el juez ordenó enviar copia del expediente judicial a las autoridades policiales para que determinen quién y por qué dibujó esa declaración. La presunción es que lo hicieron para presentar el caso como resuelto: un recurso de uso frecuente que pone en cuestión, una vez más, la polémica facultad policial de dar a la Justicia, mediante el acta preventiva, la primera versión de un suceso.
El puntilloso relato del sordomudo apareció en un sumario policial donde se investigó un episodio ocurrido la madrugada del 23 de septiembre de este año en el boliche "1810", que está en avenida Perón 1810 de Villa Gobernador Gálvez. Ese día hubo una pelea y dos jóvenes de 14 y 21 años terminaron heridos de sendos cuchillazos. El más chico llevó la peor parte: recibió un puntazo en el pecho y quedó muy grave.
En la investigación del caso intervino la comisaría 29ª de Villa Gobernador Gálvez. Fue allí donde un sumariante le tomó declaración a Darío D, el testigo que en realidad no habla. Su relato sirvió para incriminar como uno de los supuestos autores de la agresión a un joven cuyo apodo es Trapo. Es más: fue la única prueba para imputar al sospechoso nada menos que de una tentativa de homicidio.

Todo se desmoronó
Pero este indicio comenzó a desmoronarse cuando el testigo fue conducido a los tribunales. Era tan evidente que no podía relatar con fluidez hechos que supuestamente vio desde una posición privilegiada, que despertó sospechas. Los peritos hicieron el resto y dijeron que no hay ninguna posibilidad de que contara todo lo que supuestamente dijo al responder al interrogatorio de los policías.
Para colmo, otro testigo le dijo al mismo juez que el relato que le atribuyeron en la policía tampoco es verídico. Y entre ambas declaraciones había un rasgo común: constituían la única prueba contra uno de los dos detenidos acusados por la agresión.
Ahora esa persona está libre (el juez le dictó falta de mérito, lo que equivale a decir que no hay pruebas en su contra) y en el caso queda un sólo acusado. Se llama Lisandro Siro Arce y está imputado de lesiones graves. La copia del expediente, con las declaraciones bajo sospecha incluídas, están dónde las envió el juez Alfredo Ivaldi Artacho: en la sección de Sumarios Administrativos de la Unidad Regional II, que es donde se investiga a los propios policías.



(Ilustración: Chachiverona)
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