| | cartas Un pequeño aumento
| Siguiendo el consejo de un amigo contraté una casilla de correo para recibir material bibliográfico y lo hice en la sucursal 11 de Rosario. En el momento de la contratación vinieron a mi mente recuerdos de mi infancia: las casillas del correo de Las Rosas, donde los colonos venían del campo y retiraban cartas de sus lejanas España o Italia. Luego las del Correo Central o las del correo de la Bolsa, del subsuelo de calle Corrientes. Orgulloso de tener una casilla de correo que me costaba 10 pesos por trimestre, la incluí en mis tarjetas personales, en el membrete profesional y en mi firma del correo electrónico. Así se hizo conocida y comencé a recibir material, especialmente de temas del consumidor. Entendí que era mejor que dar la dirección, que era una forma de preservar el domicilio en estas épocas de inseguridad. Me hice una disciplina de retirar la correspondencia todas las semanas. Era conocido de los empleados. Hoy al ir a buscar correspondencia me encuentro con una circular del Correo Argentino a sus clientes donde me comunican que el costo del trimestre había pasado de $10 a $90, un aumento del 900 por ciento. Pensé: sigo obligado a tener una casilla; y seguramente les triplicarán el sueldo a los empleados, con el aumento a los activos, les darán el 82% a los jubilados postales y se crearán muchos puestos de trabajo en todo el país. Pero no. Es otra violencia más a las relaciones de consumo por parte de las empresas privatizadas. Como consuelo pregunté ¿hay un ente? Me respondieron sí, pero en Buenos Aires. Esta no es la Argentina que queremos. Luis Annunziata
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