Año CXXXVI
 Nº 49.679
Rosario,
domingo  01 de
diciembre de 2002
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El hospital de niños tucumano, un espejo de la profunda crisis social
El principal efector para asistir a los chicos desnutridos está abarrotado. Hay pacientes en los pasillos

Marcelo Cena

Los tucumanos atraviesan una gravísima crisis social y económica y están parados sobre una meseta explosiva basada en la exclusión social, la miseria y el hambre, y la inoperancia del débil y cuestionado gobierno provincial. Para colmo, la empobrecida clase media tucumana es indiferente a la realidad que padecen más de 200 mil personas que conforman las denominadas "familias de alto riesgo social".
Una semana en San Miguel de Tucumán y sus alrededores le bastaron a los cronistas de medios de comunicación de otras provincias para palpar en carne propia las políticas económicas neoliberales, el sometimiento, la inoperancia y las graves sospechas de corrupción del gobierno de Julio Miranda (PJ), que desnudan la realidad que hoy padecen los tucumanos.
El Hospital del Niño Jesús es una de las más claras muestras de la degradación de la que son víctimas los tucumanos, en especial aquellos que no sólo carecen de trabajo, alimentos, medicinas ni viviendas, sino que además ni documento tienen. Y lo peor es que estos se cuentan por miles.
El inmenso edificio del hospital está construido según el estilo que predominó en la década del 40 para los edificios públicos: es grande y oscuro. Sus paredes y pisos están mugrientos y todas las dependencias; hay hasta en los pasillos niños desnutridos o con graves enfermedades infecciosas.
Desde la entrada al centro asistencial se tiene la sensación de estar en un lugar donde se huele a muerte, y se ve el enorme esfuerzo de médicos y enfermeras que hacen lo imposible para mitigar los sufrimientos de los pacientes que están en condiciones similares a las de un país africano. Pero tanto trabajo no alcanza.
El ejemplo lo da Daniel Santoro, uno de los cirujanos del hospital, que lleva una guardia de 24 horas seguidas semanales y jornadas de siete horas diarias, que le dejan 500 pesos pero que a su bolsillo llegan 460 porque le pagan en bonos provinciales.
En el Hospital del Niño Jesús, se atienden diariamente a más de 500 pacientes. Entre ellos, hay internados unos 60 chicos desnutridos, de los cuales 16 se encuentran en los denominados grados 2 y 3, es decir las carencias más agudas de alimentos; le siguen los casos de diarreas y los de enfermedades contagiosas graves.
Durante la madrugada, hay más de 50 personas que tratan de dormir en los bancos y sillas del ingreso; otras esperan por ser atendidos con sus niños en brazos. Otros, están tirados en las escaleras que usan para dormir a lo largo de los seis pisos del hospital. También hay gente con colchones y almohadones cerca de las puertas de un viejo ascensor.
En la guardia no hay brazos que alcancen, los médicos y enfermeras trabajan juntos y tratan de ubicar en cada rincón a un padre con su niño para ser atendido. "Estamos superados por la situación. No paramos un minuto y siempre nos queda la sensación de que nos queda un niño más por atender", explicó Mariana, una joven médica y pasante.
"Yo lo quiero al hospital, forma parte de nuestras vidas, a veces nos queda un sabor amargo por la tarea realizada y a veces nos vamos con tranquilidad. Pero es una situación muy dura la que nos toca vivir hoy a los tucumanos y en especial a nosotras: los chicos con hambre o con infecciones llegan como si fueran una plaga", explicó una enfermera que no quiso dar su nombre.

El quejido de los chicos
En medio de la madrugada, mientras se atraviesan los largos pasillos se oyen los quejidos de los chicos.
Largos pasillos y amplias salas de internación. No alcanzan las 220 camas habilitadas, están todas abarrotadas y hay gente internada en camillas y en improvisados sillones de hierro oxidado. No faltan los ancianos y los padres que acompañan a los pequeños, tirados, durmiendo como pueden.
En Tucumán, según datos oficiales, hay más de 16 mil niños desnutridos, mientras que los datos extraoficiales hacen trepar al cifra a más de 20 mil chicos en peligro de muerte por hambre. La provincia de 1.300.000 habitantes tiene una desocupación del 30 por ciento, de las cuales unas 200 mil integran familias de alto riesgo social.
En la sala 7, algunas madres de chicos enfermos pregunta a los cronistas de dónde son. "Hagan algo por favor, no tenemos nada, no podemos estar más así", dice mientras su hijo desnutrido se queja en la cama.
"Por favor, ¿no tendría un peso?, no tengo para comer, esta noche no he comido", pide la mujer entre lamentos.
Al pasillo dan baños en deplorables condiciones de limpieza: canillas oxidadas de las que sale un hilo de agua, con poca agua y donde se depositan palanganas, pañales, algodón y otros deshechos hospitalarios.
El olor a abandono se hace realmente insoportable. (Télam)



El Hospital Niño Jesús recibe 500 pacientes diarios.
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