Santa Fe.- Raúl Oscar Saavedra, el peligroso delincuente que había logrado escapar en la mañana del pasado jueves de Tribunales ayudado por sus cómplices, fue recapturado ayer por la policía durante un operativo cumplido a primera hora de la mañana en Santo Tomé. Junto a él fueron apresados los cuatro restantes integrantes de la banda, el dueño de la finca y tres mujeres.
Saavedra estaba detenido por su participación en el asalto al Colegio de Escribanos de Santa Fe, ocurrido en marzo de 2001, ocasión en que quedó gravemente herido un policía que se encontraba de custodia.
Por este delito el juez de sentencia Sebastián Creus lo condenó a 14 años de prisión, declarándolo reincidente por tener otra condena en la provincia de Buenos Aires. Saavedra, que estaba esposado, había pretextado querer hacer un descargo en las oficinas tribunalicias ubicadas sobre la avenida General López, en el sur de la ciudad y a una cuadra de la Casa de Gobierno. Allí se produjo el ataque de sus cómplices que, armados con armas de grueso calibre y actuando a cara descubierta, lograron reducir al personal del Servicio Penitenciario, apoderarse de diverso armamento y huir con el delincuente, a quien se considera jefe de la banda.
De inmediato se montó un amplio operativo cerrojo y se requirió la colaboración de otras unidades regionales de la policía para dar con los maleantes. Presumiblemente fue este hecho el que llevó a los integrantes de la banda a quedar refugiados en la finca de Belgrano 2843 de la vecina ciudad de Santo Tomé, esperando que la situación se calmara para poder seguir viaje a Buenos Aires. Una infidencia permitió a la policía ubicar el lugar, sobre el que se ejerció una constante vigilancia para evitar que algún miembro de la banda pudiera fugar.
El operativo para el asalto a la vivienda (que tiene pileta de natación y aire acondicionado, entre otros elementos de confort) se inició a la medianoche de ayer, pero las acciones concretas comenzaron a las 7. El juez de instrucción en turno, José Manuel García Porta, era informado sobre los hechos y antes de la hora de iniciación de las operaciones firmó la orden de allanamiento.
Como se trataba de personas consideradas de máxima peligrosidad, el jefe de la Unidad Regional I, comisario Osvaldo Miranda, dispuso que en la primera línea estuvieran presentes unos 30 efectivos, pertenecientes al Grupo de Operaciones Especiales, Seguridad Personal y Comando Radioeléctrico, mientras que personal de otras seccionales procedía a cortar calles y dar otra clase de apoyos.
El asalto se realizó tanto por el frente como por la parte trasera de la finca, y cuando Saavedra, que se encontraba en los fondos de la vivienda, intentó huir por ese sector la policía efectuó disparos al aire obligándolo a detenerse y entregarse. Los restantes moradores de la casa, cinco hombres y tres mujeres, también se entregaron sin resistencia.
No aparecieron las armas robadas
Realizadas las correspondientes inspecciones, se ubicaron tres armas de fuego: una pistola 11.25 y dos dos Browning 9 milímetros, además de proyectiles, que estaban enterrados. No se encontraron en cambio las armas que habían sido sustraídas a los miembros del Servicio Penitenciario, de las que los miembros de la banda se habrían desprendido cuando fugaban con Saavedra.
También se secuestró un automóvil Peugeot 405, pintado como taxi de Buenos Aires, y una camioneta 4 x 4, así como otros elementos de importancia para las investigaciones en curso.
Además de Saavedra, los detenidos son Félix Zacarías, de 43 años, dueño de la finca y con antecedentes de proxenetismo, Silvia Guadalupe Pablo, su compañera, de 42, Ariel González, de 18, Julio Toscano, de 29, Gustavo Zutino, de 28, y Aurora Albe, de 27, todos afincados en Avellaneda, provincia de Buenos Aires. Los otros detenidos son Carlos Britez, de 29, de Capital Federal, y Lidia Acosta, de 21, de esta ciudad.
Albe sería hija de un conocido asaltante de bancos oriundo de la provincia de Buenos Aires, que fuera abatido años atrás por la policía y que habría tenido vínculos con Zacarías.
Los detenidos, dada su peligrosidad, se encuentran alojados en celdas individuales de Seguridad Personal, hasta que se les dé nuevo destino. Los investigadores no descartan que los miembros de la banda estuvieran planificando nuevos hechos delictivos, aunque interpretan que no pensaban concretarlos en la zona sino en otros puntos del país.