Divididos es la muestra fiel de que una banda puede mantenerse más de una década en escena (su primer disco, "40 dibujos ahí en el piso", es de 1989) y no achancharse en absoluto. Con sólo escuchar la voz de Mollo, los fraseos en el bajo de Arnedo y los breaks de batería de Araujo se percibe energía pura. Pero ahora tienen un plus. No sólo suenan más compactos y potentes, sino que sus letras son más profundas. Algo que ya se venía percibiendo en su disco anterior, "Narigón del siglo". Las críticas a una Argentina "y su tatuaje del error" son una constante en "Vengo del placard de otro". "Hoy me duele la cultura, si no sueño quedo sin estribillo en esta canción del amor", cantó Mollo en el Anfiteatro. Y antes de interpretar "Un alegre en este infierno", le advirtió a una multitud: "Ojo, que no roben tus sueños". Toda una declaración de principios.
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