Hace cuarenta días, Boca perdió con Colón en Santa Fe y quedó a ocho puntos de Independiente, que un día antes había salido airoso de su visita a Talleres, para muchos la más complicada que le quedaba hasta la finalización del torneo Apertura.
Mientras las críticas hacia Oscar Tabárez arreciaban y el equipo defraudaba a su gente, se pensó lo único que podía pensarse en ese momento: que Boca le había dicho adiós al campeonato. Paralelamente, River era el único rival aparente que tenía Independiente en la lucha por el título.
Pero el escenario cambió, varió abruptamente. Y hoy desde las 16, en Avellaneda, Independiente y Boca estarán mentón contra mentón en un clásico súper caliente que tal vez defina la suerte de ambos en el Apertura.
Las entradas están agotadas y hoy, cuando Héctor Baldassi ordene el inicio del juego, las tribunas del estadio de la Doble Visera lucirán abarrotadas por 45 mil almas y coloridas como en las mejores tardes. Un total de 1.200 efectivos policiales estarán afectados al operativo de seguridad.
Ahora -¿quién lo hubiera imaginado un mes atrás?-, los dos dependen de sí mismos para dar la vuelta olímpica. Si gana, Independiente volverá a ser campeón doméstico después de ocho años.
Un empate también beneficiaría a los Rojos, que se asegurarían el primer puesto y llegarían a la última fecha, en la que visitarán a San Lorenzo, con tres puntos de ventaja sobre Boca, que será local ante Central.
Y un triunfo de Boca le daría un toque todavía más emocionante al cierre del campeonato: quedarían igualados en 39 puntos y, de no sacarse diferencias en la jornada de cierre, deberían disputar un desempate.
Ya sin la capacidad ganadora y la contundencia que lo distinguió en el comienzo del torneo, Independiente transita las últimas fechas con una sensación que pareció agigantarse luego del duro golpe que le dio Banfield el último domingo al ganarle 2-1: su deseo excluyente es que todo termine ya.
Independiente es un equipo que sufre demasiado cada partido, pero sus jugadores sacaron pecho durante la semana y, acaso para terminar de darse cuenta que dejar escapar este campeonato sería un manchón indisoluble en la rica historia del tradicional club, salieron a decir que le ganarán a Boca y que el suspenso se agotará una fecha antes del final.
El temor del equipo de Avellaneda por quedarse sin nada después de parecer tener todo resuelto quedó al desnudo a principios de semana, cuando Américo Gallego anunció su decisión de concentrar a los jugadores desde el miércoles. ¿Era necesario recluir al plantel con tanta anticipación? ¿Eso no termina jugando en contra en la psiquis del futbolista, cada vez más presionado por el cardíaco epílogo del certamen? El Tolo sabrá por qué lo hizo.
Los problemas del Rolfi
A tono con un equipo que parece arrastrarse para arribar a la meta por encima del resto, Independiente volverá a tener entre algodones a Daniel Montenegro, su principal usina futbolística, quien jugará infiltrado por la lesión que arrastra en el tobillo izquierdo.
Como para compensar al menos en parte las dudas que genera el estado físico del Rolfi, el líder contará con el regreso a la defensa de Hernán Franco, quien reemplazará a Matías Villavicencio tras cumplir su fecha de suspensión.
La segunda variante que implementará Gallego será táctica: Juan Manuel Eluchans por Mariano Pernía para custodiar el lateral izquierdo.
El semblante de Boca es la contracara del de su rival. Embalado por sus cinco victorias consecutivas, el escolta es la cara de la confianza, el reflejo de un equipo que destila optimismo y se relame por aguarle la fiesta al puntero.
Oscar Tabárez, quien a diferencia de Gallego decidió concentrar a los jugadores el viernes por la mañana, hará un solo cambio: Hugo Ibarra, todavía enojado por las cuatro fechas de suspensión que sufrió por su expulsión en la victoria 1-0 frente a Talleres, le dejará su lugar a Sebastián Battaglia, de regreso tras quedar al margen del encuentro anterior por acumulación de cinco tarjetas amarillas.
La hora se acerca. Una vez más, Independiente y Boca definen un campeonato. Que se saquen los pelos dentro de la cancha, pero que sea en paz: para noticias desagradables, basta y sobra con escuchar hablar a cada rato de la desnutrición en el país y de la extrema pobreza mientras algunos la pasan demasiado bien a costa de tanta muerte incomprensible.