Un jubilado de 82 años fue hallado sin vida, maniatado con los brazos hacia atrás en su cama, en su vivienda de Riobamba y Constitución, del barrio Bella Vista. Estaba casi inmovilizado y de acuerdo a los exámenes preliminares fue muerto por asfixia ayer a la madrugada. La policía halló la casa revuelta, con la reja cortada de una ventana trasera, lo que fortaleció la hipótesis de que el crimen ocurrió a partir de un robo. Los familiares indicaron sin muchas certezas que el jubilado tenía guardados unos 7 mil pesos en la vivienda, que ayer no fueron hallados.
Wolmer Ortiz vivía en el barrio desde hace medio siglo. Fue tornero en la Fábrica Militar Domingo Matheu y cobraba una jubilación de unos 700 pesos que le permitía vivir sin deudas ni holguras en una casa que parece detenida en los años 70. La construcción, de la primera mitad del siglo pasado, está ubicada en Riobamba 3708, a pocos metros del cruce de esa calle con avenida Godoy. Tiene un jardín al frente con plantas, donde reina un hongo de cemento con las manchas hechas de tapitas de lata y viejos cajones de botellas de aceite. Separado, un amplio patio trasero donde se encuentra la ventana enrejada que fue forzada para entrar a la casa.
En busca de pistas
Los allegados de Ortiz señalaban que el hombre había logrado ahorrar unos 7 mil pesos en su casa, que ayer habían desaparecido. Esa ausencia, el revoltijo de la casa y una ventana con las rejas violentadas son los indicios con los que la policía sustenta el móvil del robo en el asesinato.
Antes del accidente vascular que afectó su movilidad, Ortiz tuvo una intensa actividad barrial que lo tuvo como socio fundador del Club Fortín Bella Vista, del cual fue su primer presidente.
El Negro Ortiz era soltero. Se mudó al barrio con sus padres y vivió con ellos hasta que murieron. Después del accidente necesitó ayuda y desde hace casi 20 años estuvo al cuidado de una mujer, Yolanda, que ayer lo encontró sin vida cuando llegó a la mañana a la casa a las 8.30 de la mañana. En el Instituto Médico Legal estimaron que su muerte se había producido cuatro horas antes.
La mujer encontró el lugar totalmente revuelto y al hombre, sin vida, boca abajo en la cama.
Fuentes policiales indicaron que Ortiz, que todas las noches tomaba un somnífero, estaba atado y sin heridas. Sostenían que la muerte ocurrió por asfixia por sofocación, provocada con frazadas o con las propias manos del homicida.
Yolanda se había convertido en el apoyo del jubilado y lo cuidaba con sus hijos, que se quedaban a dormir con él algunas noches. La confianza en la mujer hizo que Ortiz compartiera con ella la titularidad de su caja de ahorros y que le dejara la casa como herencia, en el caso de que prosperara un juicio que había iniciado. El ex tornero no tenía la titularidad de la vivienda, pero basaba su reclamo judicial en que asumió el pago de los impuestos y servicios desde que mudó a la casa junto a sus padres, María Pérez y Ezequiel Ortiz, hace más de 50 años. La mujer y su familia eran las personas más cercanas a Ortiz y quienes más detalles dieron sobre la vida del hombre a los investigadores de la comisaría 13ª y de la Brigada de Homicidios.