José M. Petunchi / La Capital
Ni el Jockey Club de Rosario ni el Buenos Aires Lawn Tennis Club. Increíblemente, y contra todos los pronósticos, el encuentro entre la Argentina y Alemania por la primera fase de la Copa Davis 2003 se jugará finalmente en un estadio que se construirá especialmente en River Plate. "Estamos muy mal", dijo Alberto Mancini, el ex tenista rosarino que corporizaba la idea de traer la Copa Davis a Rosario para la serie ante los germanos, que se va a disputar entre el 7 y 9 de febrero próximo. El Luli no lograba entender los porqué de esta decisión que a toda luces suena como descabellada: "La verdad es que no lo comprendo. Estoy decepcionado con la decisión. No me esperaba una cosa así". Mancini, quien fue notificado de la desatinada confirmación por el gerente de la empresa L'egalité, gerenciadora del tenis en la Argentina, se mostró sin consuelo y sólo atinó a argumentar: "Ahora tengo una charla pendiente con (el presidente de la Asociación Argentina de Tenis, Enrique) Morea, en la que me gustaría que me explicase las razones de esta determinación". Sin poder dejar de lado su fastidio por esta nueva negativa a que Rosario sea sede de la Davis, un privilegio que en cambio sí tuvieron las ciudades de Córdoba y Mendoza, Mancini no lograba reponerse de su asombro. "Ofrecíamos muchísimas cosas y a un costo casi cero", ratificó. La inexplicable determinación de nominar a River como sede de la Copa Davis se fundamenta, según la explicación que brindó la AAT, en que no contaban con otro estadio con la capacidad de albergar la cantidad de espectadores que ellos esperan reunir. A todo esto es necesario aclarar que en Núñez se construirá especialmente un estadio para 8.400 espectadores, una cifra que no dista en demasía con las 7.000 que puede albergar el estadio del Jockey. Al margen de lo disparatado que puedan sonar las razones y los argumentos que se intenten esgrimir para justificar esta elección, "¿no entiendo qué estaban esperando?", se preguntó con razón el Luli, como aceptando explícitamente que Rosario nunca fue una alternativa valedera desde la óptica de la asociación. El malestar del ex tenista -uno de los nombres que se mencionó como candidato a capitán del equipo de Copa Davis tras el alejamiento de Alejandro Gattiker- y de toda la gente que impulsaba esta iniciativa se basa en que Rosario ofreció el estadio del Jockey Club, la sala VIP, el servicio de catering y el de seguridad gratis, mientras que en River deberán afrontar los costos de todas estas situaciones. Si la designación de la sede hubiese recaído en el mítico Buenos Aires Lawn Tennis, la catedral del tenis argentino, hubiera sido una nominación más atinada. El marco, la historia y hasta la motivación de los jugadores, por el significado que tiene, podría haber inclinado la balanza para el Buenos Aires -diez días después se jugará la Copa AT&T-, pero contrariando cualquier razonamiento sensato la sede se fue al Monumental. ¿Que más tendrán que hacer los impulsores de la idea para que Rosario sea alguna vez sede de la Copa Davis? A esta altura es una pregunta de difícil respuesta, porque posiblemente la ciudad no tenga otra chance de ofrecer tantas ventajas como en esta ocasión. Sin embargo, las autoridades de la asociación, como tantas otras veces, han decidido darle la espalda a los esfuerzos que se generan del interior. Y priorizar vaya a saber con qué objetivo un escenario que, además de resultarle oneroso, no tiene identificación alguna con la historia de este deporte.
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