Mariano Bereznicki / La Capital
Quién se atreve a quitarle el sueño a ese puñado de pibes que el sábado, después del resonante triunfo ante Gimnasia, parecía que acariciaban el cielo con las manos. Mientras levantaban los brazos como queriendo abrazarse con todo el mundo, sus inocentes miradas, típicas de la adolescencia que los envuelve, reposaron por algunos segundos en la tribuna de la ciudad deportiva, allí donde estaban los padres, amigos y familiares que vienen haciendo el aguante desde el pincipio del campeonato. Es que la 8ª división de Central volvió a sumar de a tres y sigue encaramada en la segunda posición del torneo Clausura, que por ahora sigue en poder Boca. Pero los canallas están esperanzados en que terminarán dando el batacazo y lograrán coronar la temporada con la obtención del título.
Sufrieron más de la cuenta. Es que el rival exigió de principio a fin. Pero Central se hizo fuerte y superó el escollo para erigirse en protagonista.
Si bien el gol de Emilio Zelaya comenzó a alimentar las ilusiones casi desde la salida misma del vestuario, con el correr de los minutos los locales comenzaron a retroceder en el campo.
Gimnasia demostró tener personalidad, más allá de que su verdadera pelea es salir de la mediocridad. Cuando el Lobo cruzó el mediocampo empezó a complicar a los canallas.
A tal punto que antes de irse al descanso clavó el empate y enmudeció al grupo de padres auriazules que siguen a sus pibes a todas partes. El autor del gol fue Jonatan Tagliavini.
Fue entonces que los suspiros y algunas caras largas comenzaron a vislumbrarse por algunos sectores de la ciudad deportiva. Pero se ve que el mensaje del técnico Alberto Gómez en la charla del entretiempo fue captado por los pibes. Porque si bien tardaron algunos minutos para recuperar la pelota, cuando lo hicieron dejaron sentado que son un gran equipo.
Fue a partir de ahí que crecieron las figuras de Herrero y Silva en la zona de la creación, mientras que la defensa se puso firme y controló al rival. Además, los delanteros Zelaya y Candia demostraron su potencial.
Pero el gol seguía sin aparecer y la desesperación era aún mayor. Pero en una de las últimas jugadas, el Pelado Herrero metió un pase magistral a Candia, quien ni bien la agarró le pegó con alma y vida de media distancia, y la pelota terminó dormida junto al palo derecho del arquero. Golazo y a festejar.
Al rato llegó el pitazo final y a más de uno se le escapó una lágrima. No era para menos, si este Central sigue segundo y tiene todo para terminar el año con el título bajo el brazo.
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La Ciudad
