Rodolfo Bella / Escenario
Ricardo Darín se asombra con las transformaciones que se registraron en la percepción de su imagen de actor. Dice que pasó sin escalas "del oprobio a la categoría de fenómeno social". Aunque lo irrita esa simplificación, sostiene que ese cambio es producto de un largo proceso, del cual el cine fue sólo una parte. "Kamchatka", preseleccionada para representar a Argentina en los premios Oscar, es un ejemplo. Pero también lo son "Nueve reinas", "El hijo de la novia", y, en teatro, "Art", que se presenta hoy, a las 20.30, en el teatro El Círculo. -¿A qué atribuís la permanencia de "Art"? -Tratar de atribuírle eso a cualquier otra cosa que no sea el libro es primero una falta de humildad y de lógica porque creo que en una pieza más allá de quien la interprete, que también es importante, su permanencia está dada por el tema y cuál es el trámite que usa para hacerlo. En este caso, no dudo que "Art" algún día se convertirá en un clásico. Cumple con lo que para mí es lo mejor que te puede pasar cuando ves una obra de teatro, que es movilizarte, y cuando termina la función, seguís pensando. -Oscar Martínez y vos tienen un fuerte perfil televisivo. ¿Con el éxito de "Tumberos", Germán Palacios se les puso a la par? -Martínez y yo no estamos ahora en televisión. Es verdad que tenemos historias televisivas, pero también teatrales y cinematográficas. En realidad, no creo que en este momento esté muy televisivo, afortunadamente. -¿Por qué afortunadamente? -Porque creo que la televisión, salvo rarísimas excepciones, está nivelada para un mismo lado y es casualmente ese lado el que no me conmueve. -¿Cómo definís ese lado? -Es el lado medio facilista. En este momento, salvo productoras que están interesadas en trabajar con actores, en términos generales parece que la televisión no se interesa mucho por lo artístico. -¿Volverías a la televisión en esas condiciones? -Creo que nadie está en condiciones de decir "voy a hacer esto o aquello". Sólo pienso que de la única forma que lo haría es con una propuesta que me parezca buena. Pero no lo veo en el panorama inmediato. La televisión es algo muy impactante. Hay muchas cosas que la gente vería, pero ahí es donde cada uno debe preguntarse qué está dispuesto a hacer con el fin de conseguir rating. Ese es el punto de inflexión. -¿Qué expectativas tenés por la preselección de "Kamchatka" para el Oscar? -Estoy contentísimo de que la gente encargada de eso haya decidido que sea "Kamchatka", pero me hubiera parecido bien cualquier otra elección porque como muy pocas veces antes se dio que el quinteto de películas que estaban en discusión son todas muy buenas. Eso ya me parece glorioso para nuestro cine. -El año pasado fue "El hijo de la novia", ¿te contratan porque sos garantía de que la película va por el Oscar? -(Risas) No, y si fuera así sale todo mal, porque llegamos hasta ahí y no ganamos. -¿Entonces sos garantía de que pierden? -(Risas) Creo que tiene que ver con circunstancias que confluyen en un mismo punto, pero podría ser todo lo contrario. -En 1986 "La historia oficial" abordaba el mismo tema pero de forma explícita algo que en "Kamchatka" se sugiere -Creo que fue necesario que transcurriera un tiempo para poder hablar del mismo tema, pero desde otro ángulo. En realidad, hoy sabemos tanto del tema que no necesitamos que nos muestren nada para saber de qué se trata. Si uno ve un vidrio roto en el piso sobre el cual hay una huella de un borceguí no necesita nada más para saber qué es lo que ocurrió. -¿Qué aporta la película sobre un tema tan conocido? -Creo que es válido por dos motivos: es un tema que no está cerrado y difícilmente pueda estarlo alguna vez, y además artísticamente es absolutamente válido, porque no lo considero reiterativo mientras acepte la posibilidad de ser enfocado desde otro ángulo. -¿Las últimas películas reposicionaron tu imagen? -Es probable, pero no a partir de las películas, que contribuyen, pero sí a partir del teatro. -¿Qué dificultades tuvo revertir la imagen de galancito? -Te agradezco el piropo de galancito y me gustaría serlo hoy... (risas) Pero eso fue hace veinte años. En el medio hay veinte años de teatro con una diversificación constructiva, porque no le hice ascos a nada: hice comedia musical, drama, comedia. Es probable que eso fue la base que me permitió trabajar en cine de otra forma. -¿Te considerás un todoterreno? -Un actor debe ser todoterreno. Tengo la impresión de que un actor se siente pleno cuando no le escapa a ningún género. En ese sentido me pasó de todo. Hay que probar y arriesgarse. Lo peor que te puede pasar es considerarte un actor consagrado porque te amarra, es como un ancla. -¿Te considerás un actor consagrado? -No, pero últimamente he pasado del oprobio a la categoría de fenómeno pluscuamperfecto, social, sin escalas (risas). Eso me incomoda un poco porque es un tanto irritante. Me parece que lo más divertido es tener cosas nuevas para entregar. Yo me resisto, pero por una acumulación de kilometraje andado, edad, experiencia hay un tratamiento especial. -¿Qué pensás de los encasillamientos? -Los encasillamientos son producto de la mecánica, pero uno tiene que trabajar para tratar de cortar amarras. Después de todo si te encasillan es porque te fue más o menos bien y tampoco es para quejarse. -¿Las últimas películas te pueden encasillar en el rol de actor respetable y serio? -Voy a hacer lo imposible para que eso no ocurra. De hecho estoy atento a ese tipo de cosas. Ahí es donde hay que hacer una brecha. La gente no considera que la comedia sea una cosa prestigiosa, sino un género menor. Lamento estar en contra de eso. Creo que es el más difícil de los géneros. Pasa que en nuestro país no sólo tenés que ser sino parecer. Si sos un buen actor tenés que estar disfrazado de buen actor. Me parece una antigüedad. -Finalmente ¿creés que llegarán al Oscar esta vez? -No tengo la menor idea y te juro honestamente que me tiene absolutamente sin cuidado. -No te debe dar lo mismo una vez que ocurra -Ahora me da lo mismo. Me parece un honor que haya sido elegida por argentinos. Eso me parece mucho más que cualquier otra cosa. Que le haya gustado a la gente es un honor superior. Ya pasé por la experiencia del Oscar y humanamente no me dejó nada. Técnicamente es fabuloso, hacen las cosas como nadie, pero humanamente la pasé mejor en España o en las ciudades donde llevamos "Art". Yo no quiero ser un ciudadano ilustre.
| "No quiero ser un ciudadano ilustre", dijo Darín. | | Ampliar Foto | | |
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