Documentos secretos y burocracia

Basado en distintos documentos, "Un golpe a los libros", de Judith Gociol y Hernán Invernizzi, revela un infraestructura de ministerios y equipos de censura -una de las principales bajo el eufemístico nombre de Recursos Humanos- dedicados a combatir al "enemigo cultural".
El denominado archivo Banade pone al descubierto un laberinto burocrático con personal militar y civil: "Sí, participaban intelectuales civiles -aclara Gociol- pero desconocemos sus nombres porque no firmaban".
"Es algo pendiente de investigar, la complicidad civil. Había también cuadros militares con formación, ya que ese grado de sofisticación de reconocer una línea gramsciana o tal o cual corriente marxista requiere conocimientos académicos", agrega.
En la investigación surge un análisis paralelo que marca, por una vía, los momentos pico de la producción y exportación de libros -en 1974 se imprimen 50 millones de ejemplares; se habla del boom del libro argentino- y por otro lado las disposiciones de sucesivas dictaduras, como la del general Juan Carlos Onganía, destinadas a incinerar y censurar.
Desde el último golpe hasta diciembre de 1982 -dice el estudio- "la Secretaría de Cultura objetó 560 libros a un promedio de 80 títulos anuales y de 6,9 por mes. De ellos, 433 fueron condenados al ocultamiento dentro de las librerías y 127 fueron declarados inmorales".
Los archivos Banade permitieron a Invernizzi y Gociol estudiar los circuitos completos de censura para con libros de los escritores Alvaro Yunque, Enrique Medina y el peruano Mario Vargas Llosa, entre otros. El libro agrega fragmentos de charlas alusivas a la represión cultural a cargo de diversos autores como Christian Ferrer, Osvaldo Bayer y David Viñas.