"Ana y sus hijos son habitados por la segregación y la exclusión social. Esa cuestión no puede eludirse, dado que estar por fuera del estado de derecho produce siempre efectos subjetivos". La cuestión de los efectos de la pobreza sobre la subjetividad fue puesta de relieve en el informe que confeccionó por una Junta Especial en Salud Mental sobre la familia de Pablo. Con un ingreso diario de 30 centavos, la familia vive en una casa de dos habitaciones sin revocar, con un techo al que le faltan chapas y vigas, una ventana única sin vidrio y una cama. No hay cocina, ni mesa, ni sillas. "No puede hacerse responsable a Ana de esta privación absoluta, porque para ella y sus hijos no hubo elección de la situación de indigencia y privación absoluta. Esa situación es impuesta por otro. Una ley insensata con efectos mortíferos en el cuerpo y el pensamiento. Ana y sus hijos no pueden (vivir) sin otro que aloje el sufrimiento de cada uno y apacigüe su privación absoluta", señaló el informe, que recomendó la internación de Pablo.
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