Washington. - El presidente George W. Bush, quien en 2000 entró en la Casa Blanca casi por "accidente" tras el caótico recuento de votos en la Florida, acaba de vivir la semana más exitosa desde que ocupó el despacho oval. En las elecciones legislativas del martes pasado su partido, el Republicano, se hizo con la mayoría en el Congreso y este hecho, que entra en los anales de la historia, ha sido considerado como un respaldo popular a su liderazgo tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Pero la verdad es que Bush, en su momento ridiculizado como un provinciano de Texas que llegó a la Casa Blanca sólo por su apellido, podría ya eclipsar a su padre, el 41º presidente de EEUU.
A ello se suma que el viernes pasado el mundo pareció unirse a las tésis del presidente, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por unanimidad la resolución sobre Irak, poniendo fin así a ocho semanas de intensas negociaciones diplomáticas. Aun cuando el texto de la ONU no incluye una cláusula por la que automáticamente se pueda realizar una acción militar en caso de que Bagdad no cumpla con las disposiciones de desarme, brinda a Washington el apoyo internacional que necesita para realizar la política de "mano dura" ante el líder iraquí, Saddam Hussein.
A pesar de que Bush ha obtenido el respaldo de la ONU para que se emprendan nuevas inspecciones de arsenales en Irak, el presidente ha subrayado que no va a dejar que el organismo multinacional le "corte las alas" si considera que la seguridad nacional estadounidense se ve amenazada por Irak.
Luna de miel política
Tanto amigos y detractores del mandatario se preguntan si las cosas le pueden ir mejor a Bush, quien es el primer presidente republicano desde Eisenhower, en 1954, que tiene las dos cámaras del Congreso controladas por su partido. Lo cierto es que Bush está disfrutando de una tercera "luna de miel" política, tras la de enero de 2000 y septiembre de 2001, con los medios de comunicación que hablan más que nunca de manera efusiva de su persona y del Partido Republicano.
Un columnista del Washington Post comenta como muy positiva la actuación de Bush tras el 11-S. Tras los años de bromas constantes sobre su presunta escasa capacidad intelectual, el siempre campechano presidente fue calificado por un periodista de CNN de "genio político". El fundador del USA Today, Al Neuharth, se ha mostrado sorprendido por la apuesta arriesgada en la que Bush se ha aventurado al poner en juego su reputación durante la campaña electoral que le llevó a recorrer -con la velocidad de un rayo- 15 estados federales en los cinco días previos a la elección. "Apostó. Y le salió bien. No sólo consiguió un «hit», sino que logró un «home run» con las bases llenas", escribe Neuharth en términos beisbolísticos, al tiempo que señala que ésta ha sido una especie de revancha por su controvertida victoria en las elecciones de 2000.
Mientras los demócratas se ocupaban de perfilar un mensaje claro y de relanzar a nuevos líderes, el gobierno republicano estaba ocupado convirtiendo su lista de objetivos políticos en los próximos asuntos de la agenda legislativa. Los proyectos de ley que hasta ahora había quedado estancados en el Senado podrán llegar así mucho más fácilmente al despacho oval, incluidos el recorte de impuestos, la limitación del derecho de aborto, y la creación del mega Departamento de Seguridad Nacional. Los republicanos podrán ahora sacar adelante los estancados proyectos de ley sobre energía, que incluyen la construcción de nuevas plantas nucleares y la búsqueda de petróleo en Alaska. Y es que Bush, ex magnate del petróleo, no es demasiado ecologista, pues rechazó el Protocolo de Kioto para combatir el recalentamiento global y el control de emisión de gases de efecto invernadero.
El único consuelo de los demócratas y de otros críticos de Bush es que si algo malo ocurre hasta 2004 (la mala salud de la economía sigue siendo un punto en su contra), Bush y los republicanos serán quienes se lleven la bofetada en plena cara, porque no tendrán ningún chivo expiatorio. (DPA)