El 30 por ciento de los sifones que se comercializan en Rosario proviene de fábricas de soda clandestinas que carecen del mínimo equipamiento semiautomático y de los filtros que garantizan la aptitud para el consumo, denunciaron empresarios del sector.
El avance de la venta irregular provocó en los últimos meses la reacción de fabricantes y distribuidores habilitados que, según narraron, perciben que se les reduce el negocio y por tanto concurrieron a Tribunales, comisarías, Secretaría de Comercio provincial, Instituto del Alimento (bromatología municipal) y en las últimas horas al Concejo.
"Las irregularidades se pueden advertir todos los días en la simple observación de los miles de sifones raspados, con los nombres borrados, que se distribuyen, o sin la bolsita protectora de nylon en el pico", afirmó Pablo Salas, presidente del Círculo de Soderos de Rosario (Cisor). "También se percibe en la cantidad de chatas que transportan cajones y que carecen de la correspondiente habilitación de vehículo distribuidor de alimentos", acotó.
En una recorrida por algunos lugares denunciados (ver nómina aparte) La Capital pudo comprobar la falta de habilitaciones y la salida de camiones de galpones hasta con piso de tierra detrás de los cuales se envasaría. Las contadas personas entrevistadas negaron hacer el llenado; dijeron repartir soda de otras marcas.
Otra forma -más exigente- de prueba fehaciente de un circuito ilegal, señalaron los habilitados, es visitar los locales "canjeadores de envases" que acumulan pilas de sifones usados, algunos con marca y otros sin ella ya que se encargan del raspado. "Los envases nuevos que los fabricantes compramos a las industrias proveedoras cuestan más de tres pesos; los locales de canje venden los usados, raspados y robados por 20 centavos. Nos están haciendo trizas", aseguró Salas.
Los peligros
¿Cuáles son los peligros para los consumidores? "De todo tipo", opinó Angel Busciglio, también integrante del Círculo. "La soda es un producto sano que debidamente elaborado puede permanecer hasta seis meses en el sifón. Cuando se violan los procesos y se toma directamente el agua de la canilla, cisternas o tanques pueden quedar restos de cloro, partículas, microcontaminantes químicos como pesticidas, fertilizantes, hidrocarburos y cualquier exceso de nitratos, arsénico, flúor o hierro".
"Todo eso -advirtió-, sin tener en cuenta otros riesgos por falta de lavado o lavado indebido y ligero de los sifones previo al llenado".
Las normas en general no exigen para los fabricantes el cumplimiento de los nueve pasos que ilustra la infografía de la página siguiente (de hecho una gran parte no hizo la inversión en ionizadores), pero sí de los primeros tres (filtros), el lavado y el envase.
Gustavo Castaño, el tercer entrevistado de la entidad, contó que semanas atrás concurrieron a la seccional 19 de policía a denunciar "por sustracción de envases a un particular que envasa soda Liberial". Y que apenas terminaron de narrar el problema los efectivos hicieron un operativo al azar, parando el primer vehículo que vieron. "El resultado: 480 sifones que ocupaban 80 cajones llevaban las marcas adulteradas o raspadas".
Castaño expresó disgustado que el problema "no alarmó a los funcionarios responsables de bromatología", quienes por el contrario "dieron escasas muestras de interés; el director del Instituto del Alimento nos dijo que sólo pueden efectuar controles sobre comercios habilitados; así no se soluciona nada".
Consultado por La Capital, el titular del Instituto, Marcos Monteverde, confesó que sólo había recibido "comentarios" del problema por parte de los soderos, pero sin el aporte de pruebas, documentos o mayores precisiones. Por lo que ahora los convocó a "trabajar en equipo y también con la participación de la Dirección de Registro e Inspección", repartición municipal encargada de perseguir los locales clandestinos de cualquier rubro.