Antonio Echarri, el padre del actor Pablo Echarri, liberado anteanoche tras estar secuestrado una semana, agradeció ayer su labor a la policía, insistió en que fue bien tratado e incluso relató que "el pibe" que lo custodiaba lloró con él al ver el desgarrador mensaje de su hijo, pero pidió reflexionar sobre la "raíz" de la ola delictiva y criticó duramente a algunos medios de comunicación.
La policía prosiguió ayer las diligencias para terminar de esclarecer el caso; hasta ahora hay ocho personas detenidas. El ministro de Seguridad bonaerense, Pablo Cafiero, dijo que se recuperó el 90 por ciento de los casi 200 mil pesos pagados por el rescate y señaló que proseguían ayer diversos allanamientos relacionados con la causa. Por otra parte, la mujer de uno de los inculpados le pidió disculpas a la familia Echarri; aseguró que no tenía idea de lo que estaba pasando.
"Yo siento alianza con todo el pueblo argentino, que se portó de maravilla. Solamente tengo críticas para los idiotas que todo el país conoce", dijo Antonio Echarri. Tras calificar de "cínicos" sin "escrúpulos" a los periodistas que dijeron que estaba muerto y que difundieron un cassette con una voz que no era la suya, Echarri advirtió: "Por dos puntos de rating, (hubo) gente (que) vendió mi imagen y la tranquilidad de mi familia". El hombre hizo un llamado a los medios para que "en el futuro traten un caso así humanitariamente y que sean justos cuando hablen".
Ya más distendido y vestido con una remera a rayas gris y blanca, el dueño de casa no ahorró críticas cada vez que fue consultado sobre cómo vivió la información que surgió de su secuestro y que, según él mismo contó, pudo ver en un televisor blanco y negro que había en la casa donde estuvo cautivo.
Antonio dio entrevistas a numerosas medios de prensa para contar la odisea que pasó durante sus siete días de cautiverio, pero en la puerta de su casa aclaró a los periodistas que "antes de que los reputee prefiero no decir mucho, porque las pavadas que dijeron fueron indignantes hasta para los secuestradores" que algunas veces "pateaban las sillas al ver que se decían semejantes mentiras en la televisión", recordó. "Se cometieron excesos indignantes, ridículos", insistió.
Pese a eso, terminó contestando preguntas hasta que su hijo lo rescató de la puerta de su casa. Precisamente, el actor aseguró que no hablará con los periodistas "hasta la semana que viene, cuando esté todo más tranquilo".
"Cuando aparece el caño..."
Aunque no quiso entrar en detalles para no "entorpecer" la investigación, Antonio Echarri recordó cómo en la mañana del jueves 24 un hombre se acercó a su quiosco para pedirle el diario e inmediatamente después apareció otro con un arma. "Cuando aparece el caño, se acaban los guapos, razonó. Me tomaron del hombro y me hicieron subir a un auto, y de entrada me dijeron que Pablo se ponga".
Si bien admitió que no le taparon los ojos, insinuó que no habría visto la cara de sus captores y aseguró que no sabía dónde lo habían llevado. "No tengo nada que decir en cuanto al trato de esa gente, dentro de lo que hicieron se comportaron bien conmigo", añadió, tras detallar que lo llamaban "viejito".
Según contó, no sólo le compraron la serie de medicamentos que debía tomar por su diabetes y dolencia del corazón, sino que lo dejaron bañarse a diario y usar el mejor colchón de la vivienda. "Hasta lomo me dieron (de comer); mientras no me lo cobren", bromeó.
Además, dijo que seguía las noticias de su secuestro a través de un viejo televisor blanco y negro donde sólo se podía sintonizar Canal 9, pero nunca pudo hablar por teléfono con Pablo sino que los secuestradores le grabaron un cassette y se lo enviaron a la familia, como prueba de vida.
Antonio admitió que "se notó" el clima tensión el último miércoles, cuando el grupo que lo tenía cautivo no recibió el dinero que se habría llevado otra parte de la banda.
"Nunca ejercieron violencia contra mí" y "jamás me mencionaron" la posibilidad de asesinarlo, dijo tras señalar que trataba de no pensar en ese final para no "caer en el pozo" de la angustia.
Pero el quiebre llegó en la tarde del jueves último, cuando vio a Pablo reclamar a los medios de prensa "piedad y silencio" y a la policía "liberar el camino".
"Ahí me quebré y el pibe (por el secuestrador) se quebró conmigo. No sé, no cualquiera llora. Cuando al pibe lo ví con lágrimas en los ojos me pareció que al final de cuentas no era mala persona, era un buen ser humano dentro de las macanas que estaba cometiendo".
Momentos después, señaló, escuchó "barullo", el "pibe" le pidió que hiciera silencio y escapó; segundos después aparecieron los efectivos que tuvieron una actitud "maravillosa, extraordinaria, excelente, de primera", porque "han venido policías a rescatarme con lágrimas en los ojos, eso a mí me conmovió muchísimo, me abrazaron".
"Fue la peor y la mejor noche de mi vida, toda en un rato. El peor cuando me liberó la policía porque sufrí un poco de pánico, y después la alegría cuando me liberaron y cuando me encontré con mi familia otra vez, que me apabulló", explicó.
Para sus secuestradores, Echarri pidió, "que le den el castigo que tienen que darle por lo que han hecho, y que Dios los ayude", pero entendió que hay que reflexionar sobre la verdadera raíz de la ola delictiva.
Antonio dijo que ahora deberá pensar si vuelve a trabajar o no. "Dios dirá, pero me parece que laburo no, porque el pibe (por Pablo) sufre mucho y no tiene sentido", comentó.
Cuando quisieron saber si iba a festejar por el final feliz de su dramática historia, añadió: "Vamos a ver si tengo algún peso, (porque) no me quedó nada". (DyN y Télam)
La Ciudad
