En su trabajo, los operadores de la Oficina de Atención al Vecino están llenos de anécdotas. Hace un año, en el Distrito Oeste recibieron un llamado denunciando la presencia de pequeños cocodrilos. "Nos pedían que fuéramos a hacer un control de vectores porque un terreno estaba lleno de cocodrilos chiquitos". Pero cuando los inspectores municipales llegaron al lugar los animales resultaron ser lagartijas. En otra oportunidad sonó el teléfono para pedir que se retirara el cadáver de un caballo. Otra vez, cuando se respondió al reclamo la intervención de los empleados públicos fue inútil: el matungo salió caminando. Es que sólo estaba durmiendo la siesta.
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