El titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Héctor Massuh, reclamó ayer una reforma constitucional con la intención de "reconstruir las instituciones", a la vez que consideró necesaria una "profunda autocrítica de la clase dirigente, tanto política, como sindical y empresaria".
Con esa propuesta, Massuh dejó inauguradas las deliberaciones de la VIII Conferencia Industrial Argentina, con la asistencia del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá.
El titular de la UIA dijo que la Argentina "debe recuperar la sensatez y dejar de recurrir a los inventos o a la moda para adaptarse; sí tiene que apelar a la experiencia consolidada en el resto del mundo", en una abierta crítica que arrancó desde la "tablita cambiaria" aplicada por el ex ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz, hasta la convertibilidad y la eventual dolarización.
"Si esto es así, si nuestro problema son las instituciones que ya no cumplen su rol, es oportuno preguntarse: ¿no será entonces que enfrentar la realidad es asumir la necesidad de una reforma constitucional, acudiendo a los mejores, a los más sabios, a los de mayor trayectoria, a los más lúcidos y estudiosos, sin distinción de preferencias políticas o ideológicas?", reflexionó el titular de la UIA, ante medio millar de empresarios reunidos en el Sheraton Pilar.
La pretendida autocrítica de los industriales no menciona, sin embargo, que fue ese mismo poderoso grupo de empresarios los que promovieron la devaluación de la mano de uno de sus hombres más influyentes, el ex ministro de la Producción Ignacio de Mendiguren, hoy virtualmente desaparecido.
Solá pide prudencia
En tanto, el gobernador bonaerense, Felipe Solá, advirtió ayer a los empresarios que "no hay ningún veranito económico" al alertar sobre alguna visión exitista del momento que vive el país.
Por el contrario, subrayó que la crisis actual puede transformarse en "decadencia" si no se aprovecha para introducir reformas de fondo con el fin de recuperar las instituciones.
El gobernador destacó que, en su momento, la ley de convertibilidad fue "apta para cosas importantes que necesitan los gobernantes, como afianzar el gobierno, mantener el control del Parlamento, ganar elecciones y si es posible, repetir la experiencia".
Solá definió que en la Argentina "hay una propensión a desconocer el fracaso y sobredimensionar éxitos que a veces son efímeros y parecen un elixir, pero son venenos y volvemos al exitismo y caemos en él. El veranito económico que vivimos está sobredimensionado".
En ese punto, enfatizó que en la Argentina "no hay un veranito económico porque somos un país en default, tenemos un colapso de los contratos y las instituciones financieras han fracasado."