| | Editorial Empleo: cambia la tendencia
| La palabra crisis, ese signo de la Argentina contemporánea, se utiliza para aludir a un fenómeno tan complejo como amplio, que merecería calificaciones más precisas y diversificadas. Ocurre que resultan, sin duda, muy diferentes la etapa predevaluatoria -caracterizada por la presencia invencible de la recesión- y el estallido posterior a la pesificación decidida durante la gestión de Jorge Remes Lenicov al frente del Ministerio de Economía. Es que la devaluación, que del modo en que fue implementada trajo notorios perjuicios a los ahorristas y los asalariados -estos últimos, víctimas directas de la inflación-, poseía también rasgos positivos a futuro que recién en este momento, aunque muy tímidamente, comienzan a perfilarse. Acaso una de tales características sea la que reflejó el título de apertura de La Capital del pasado martes. "Rosario creó 3.337 empleos más de los que se perdieron", decía, y a continuación se hacía referencia a una tendencia favorable que se ha afianzado en los últimos cuatro meses, emparentada de modo directo con la mayor demanda de mano de obra por parte de las empresas vinculadas a la exportación. No hay ningún misterio en esto, por supuesto: es que, pese a la tan perjudicial carencia de crédito, el incremento de la competitividad generado por la devaluación ha proporcionado notable impulso a todos los proyectos relacionados con la venta al exterior, con el consecuente ingreso de divisas. Los datos concretos indican que la alimentación, la carne, los ruralistas y los portuarios aumentaron sus plantas de personal, aunque los servicios tampoco se quedan atrás en esa alentadora pauta. También este sector registró considerable crecimiento de los puestos laborales, encabezado por el área de vigilancia, a la que siguen camioneros, garajistas, choferes de colectivos, gastronómicos, la sanidad y los viajantes. Se trata, como se ve, de fuentes de trabajo legítimas, hijas de un hacer concreto. Reflejan a un país que intenta retomar la senda productiva, tras una década de uno a uno con el dólar y auge de las importaciones que dejó como saldo la destrucción de la economía real, esa misma que -lenta pero indefectiblemente- ha iniciado el camino de la reconstrucción, para bien de todos los argentinos.
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